La teoría de los vasos comunicantes
"Déjelo patente y dígalo de una vez: que Irak y Afganistán son vasos comunicantes, que hay más efectivos españoles por la retirada de Irak, que es la verdad señor ministro", explicó el portavoz parlamentario del PP, Eduardo Zaplana, en la Comisión de Defensa, el pasado miércoles 24 de agosto. Acto seguido, denunció "las consecuencias que estamos pagando en estos momentos". A saber, que un "país de tamaño medio como España es uno de los que más presencia tiene en Afganistán".
Esta teoría de los vasos comunicantes podría parecer una invención de Zaplana. Pero es todo un mecanismo de autojustificación. Un diputado más versado que Zaplana en temas internacionales, como es el caso de Gustavo de Arístegui, portavoz del PP en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, explicó el sábado pasado que "tanto Irak como Afganistán se han convertido en frentes del terrorismo yihadista". Aquí, en esta cándida descripción, está la esencia del problema. Irak se ha convertido en un frente del terrorismo islamista. Llevando la lógica de Arístegui hacia la coherencia total, cabría añadir: Irak se ha convertido en un frente del terrorismo precisamente porque alguien decidió ir a la guerra.
En efecto, la Administración de Bush, con el apoyo de Tony Blair y José María Aznar, lanzaron la invasión de Irak en marzo de 2003. Unos días antes, los tres fracasaron en su intento de que la ONU aprobara una resolución a través de la cual el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debía dar el visto bueno a la guerra. La razón esgrimida para aprobar esa resolución fallida y para invadir Irak sin ella días después fue la ocultación de presuntas armas de destrucción masiva, incluyendo nucleares, por parte de Irak, y los supuestos vínculos de Sadam Husein con los terroristas de Al Qaeda, autores de los atentados del 11-S.
Ni las armas de destrucción masiva, pese a los vaticinios de Aznar y de Mariano Rajoy, aparecieron -se ha confirmado por los enviados de la Administración de Bush a Irak que su destrucción se materializó en 1991- ni se ha probado la existencia de lazos entre Sadam y Bin Laden y Al Qaeda.
En otros términos, la descripción del portavoz de Exteriores del PP es correcta: Irak se ha convertido en un frente del terrorismo islamista. Pero, ha sido así después de la guerra propuesta primero al Consejo de Seguridad de la ONU y promovida más tarde de forma unilateral por Bush-Blair-Aznar.
El portavoz popular confirma así, sin quererlo, las nefastas consecuencias de la guerra de Irak. La presunta guerra contra el terror ha abonado el terreno para la germinación de los grupos terroristas. Si tanto De Arístegui como Zaplana tratan de poner un signo igual entre Irak y Afganistán no puede ser más evidente por qué: porque intentan sacar partido del hecho de que Gobierno de Zapatero está presente, a través de tropas españolas, en Afganistán. Al fin y al cabo, ¡todas las guerras, todos los conflictos armados, son iguales!, dicen los populares.
Ocultan, de paso, que otros países como Alemania y Francia, que frustraron la resolución sobre Irak propuesta por Bush-Blair-Aznar, están presentes en Afganistán. Es decir, que no se trata de Zapatero, quien dicho sea de paso apoyó tras el 11-S el envío de tropas españolas a Afganistán.
Lo que más llama la atención cuando se escucha a Zaplana hablar de EE UU y de Irak es su nula referencia a la realidad actual. Parece hablar de un concepto. El nivel de popularidad de Bush se ha hundido al 36%. Importantes líderes conservadores y ex miembros de Gobiernos anteriores ya se desmarcan públicamente del presidente Bush. El senador republicano Chuck Hagel, por ejemplo, evocó la guerra de Vietnam la semana pasada: "Más muertos, más heridos, menos electricidad, menos bombeo de petróleo, más ataques de los insurgentes y más corrupción del Gobierno". Kissinger, por su parte, advirtió: "Es difícil sostener el éxito militar a menos que consiga el apoyo del pueblo".
En la campaña de la guerra de Irak, en 2002 y 2003, Rajoy secundó a Aznar a la hora de explicar el apoyo a la Administración de Bush. Cuando los dirigentes del PP hablan ahora sobre Irak se refieren, en cambio, a una entidad abstracta. Quizás provengan de una generación para la cual Vietnam es un planeta desconocido. Pero Arístegui debería explicarles por qué la política de EE UU se está vietnamizando.
Quizá la clave resida en lo que Josep Piqué llama la necesidad de superar el discurso del pasado. No deja de ser sintomático que el líder catalán haya insistido en ello precisamente tras la intervención de Zaplana el miércoles 24 y ante los ejercicios de introspección convocados por Mariano Rajoy.
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