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Reportaje:EL NUEVO CURSO POLÍTICO

Ibarretxe encara su principal reto

El PNV se da de plazo hasta 2007 para hacer funcionar la mesa de partidos con la esperanza de que el Gobierno no aplique la Ley de Partidos y acerque a los presos de ETA

Pedro Gorospe

La pacificación y la normalización del País Vasco son dos de las principales cuestiones a las que el Gobierno central deberá hacer frente en toda la legislatura. Si el Gobierno vasco y el principal partido que lo sustenta, el PNV, han dejado en manos del central toda la gestión de un posible proceso de paz, la normalización política pasa básicamente por resolver la reforma del Estatuto de Gernika. Esa reforma está pendiente desde que el Congreso de los Diputados rechazase el plan Ibarretxe el pasado febrero y depende en buena medida de que el lehendakari, Juan José Ibarretxe, consiga cumplir el compromiso que él mismo se marcó en junio en su discurso de investidura de poner en marcha una mesa de partidos sin exclusiones, es decir, con presencia de la ilegalizada Batasuna.

El 'lehendakari' ha quedado de momento a salvo de la pugna entre Imaz y Egibar
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Casi desde ese mismo discurso la política vasca está en buena medida paralizada al no haber actividad parlamentaria y, aunque los partidos ya han anunciado que dan por iniciado el curso, están expectantes ante la entrevista, aún sin fecha, entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, e Ibarretxe.

De momento, la mesa de partidos se le está complicando a Ibarretxe y está creando diferencias incluso en su propio partido entre su presidente, Josu Jon Imaz, y el portavoz parlamentario, Joseba Egibar, respecto a si debe constituirse aunque persista la violencia de ETA y su entorno, incluyendo la kale borroka o el chantaje del impuesto revolucionario.

El PP ha repetido desde el mismo pleno de investidura que no se va a sentar en ningún foro con Batasuna y su presidenta en Euskadi, María San Gil, recalcaba ayer mismo que no va a participar en esa mesa con la formación independentista ni aunque ETA declare una tregua. Para el PSE ése es el punto clave, el fin de la violencia y que Batasuna la condene, requisitos previos para ocupar su silla.

Con esa situación de partida el lehendakari, que ha sido liberado por su partido para dedicarse de lleno al proceso de normalización política, ha advertido de que si su apuesta no tiene "garantías de éxito" no va a forzar la máquina. El calendario que maneja el PNV para que esté funcionando esa mesa se extiende hasta 2007, ecuador de la legislatura vasca, y deja en manos del Gobierno central el desarrollo de un posible proceso de paz, aunque establece varias relaciones entre una y otra cosa.

El PNV prevé que para 2007, además de un posible cambio del mapa político en Álava, con la salida del PP de las instituciones tras las elecciones municipales y forales, el proceso de paz haya dado algunos pasos que permitan que Batasuna concurra a esas elecciones. "Querrá decir que el Gobierno central ha desactivado la Ley de Partidos", indican fuentes nacionalistas. El PNV también cree posible que el PSOE asuma el concepto de "humanización de la política penitenciaria", es decir, el acercamiento de presos de ETA a las cárceles vascas, cuya gestión reclama insistentemente el Ejecutivo vasco al central.

Aunque los socios del PNV en el Gobierno autónomo (EB y EA) confían plenamente en el lehendakari, no ocultan su temor de que si no consigue hacer avanzar la mesa -después de que su anterior apuesta, el plan que lleva su nombre, esté sustancialmente enterrada- se quede sin caudal político. Una situación de debilidad que podría tener consecuencias impredecibles para el Gobierno vasco y dentro del propio PNV. De momento, el lehendakari está a salvo de la más o menos soterrada pugna interna que siguen manteniendo Imaz y Egibar.

Imaz le dijo claramente a Egibar el viernes en un acto público en Zarautz (Guipúzcoa) en que ambos coincidieron que no habrá mesa de partidos si no cesa cualquier violencia. Egibar apuesta por formarla en cualquier escenario. Imaz defiende una soberanía compartida con España y apuesta por un nuevo acuerdo sobre la reforma del Estatuto. Egibar insiste cada vez que puede: "No podemos retroceder" del plan Ibarretxe.

Estas diferencias se suman a las que el PNV tiene con sus socios. Los tres partidos que apoyan al Ejecutivo tienen que conciliar los dispares criterios que mantienen sobre el modelo de país. Se trata de acudir a esa mesa con una postura unitaria, para lo que el propio Ibarretxe anunció que pondría en marcha una especie de sanedrín formado por él mismo, y los dos hombres fuertes en su gabinete de EA (Joseba Azkarraga) y EB (Javier Madrazo). En ese tablero de juego, Batasuna está retando al PNV en la calle con una mayor presión al Gobierno y a cargos públicos nacionalistas, en previsión de una vuelta al escenario electoral.

El Ejecutivo de Ibarretxe está además en minoría en el Parlamento vasco. Su primera necesidad es aprobar los presupuestos para 2006, trámite que se cruza con la discusión de los Presupuestos Generales del Estado. Las dos Administraciones van a explorar un acuerdo pese a que el PSE ya ha advertido de que la decisión sobre si apoya las cuentas vascas es sólo suya.

Juan José Ibarretxe recibe la felicitación del socialista Patxi López tras ser investido <i>lehendakari,</i> en junio.
Juan José Ibarretxe recibe la felicitación del socialista Patxi López tras ser investido lehendakari, en junio.REUTERS

Recomponer la confianza

"Tenemos que crear redes de confianza", dijo el pasado viernes en Zarautz el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, durante su discurso de inicio del curso político. Puentes entre todos los partidos, pero en un primer nivel los peneuvistas tienen como objetivo crearlos con el PSE.

Sin embargo, el portavoz parlamentario del PNV y presidente del partido en Guipúzcoa, Joseba Egibar, desconfía totalmente de los socialistas, hasta el punto de considerar que este partido "está a prueba" porque "su única misión es y ha sido echar al lehendakari".]]>

Un momento clave para ver cómo se afrontan las relaciones entre los dos principales partidos vascos, después de siete años de práctica incomunicación, será el congreso del PSE previsto para el próximo mes de octubre.

Aunque los socialistas no tienen previsto avanzar en su ponencia oficial en el debate sobre los posibles pactos con los nacionalistas, el debate se suscitará sin duda durante las discusiones de dicho cónclave. El PSE reafirmará en el congreso su carácter "vasquista y alternativo al PNV", y, según los redactores de la ponencia, lo razonable sería esperar a las elecciones municipales y forales de junio de 2007 para ver cómo queda el mapa político vasco y entonces abrir el debate sobre las posibles alianzas.

Una relación normalizada entre ambos puede tener beneficios para las dos formaciones, pero el equilibrio puede resultar difícil si no actúan con lealtad. El PNV resulta un grupo decisivo para el PSOE en el Senado, pero los socialistas vascos temen que el PNV intente puentearles queriendo negociar directamente con La Moncloa y la ejecutiva federal socialista.

El próximo debate presupuestario va a ser definitivo para ver cómo funcionan las relaciones del PNV con los socialistas en Madrid y en Euskadi.

Más allá de esas diferencias entre los dirigentes de ambos partidos, sus máximos responsables han dicho que se abre un periodo de diálogo de "todos con todos". El PSE ya ha dicho que está dispuesto a hablar con el PNV para ver cómo se puede normalizar la situación del Parlamento vasco y "explorar de qué modo se le quita la llave de la situación a EHAK", el Partido Comunista de las Tierras Vascas.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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