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LA ESTÉTICA DEL MIEDO

Un 'monstruo' para el arte

HANS RUDI Giger nunca se ha alejado demasiado de la ciudad en la que en los años sesenta se formó como diseñador industrial y arquitecto de interiores. Fue en Zúrich donde, en 1962, realizó "la primera obra que puede llamarse arte": sus Atomic Children. Su primera exposición individual fue en 1966. Sus series de pósters en 1969, así como las portadas de discos para Emerson, Lake & Palmer, Dead Kennedys o Debbie Harry iban a abrirle las puertas del exigente y complejo mercado anglosajón. Ganador de un oscar en 1980 por la creación de la criatura de la película Alien, de Ridley Scott, un filme antológico que marcaría un antes y un después en la historia del cine fantástico, la estatuilla representó para él la puerta a la gloria y, a la vez, un regalo envenenado.

El que fuera en los años sesenta y setenta el niño mimado de una cierta élite centroeuropea pasó a convertirse en "un tipo dedicado al entretenimiento", comenta hoy Giger, no sin cierto resentimiento. Tiene un museo dedicado permanentemente a su obra en el castillo Saint Germain, en la ciudad suiza de Gruyères, y este verano se le ha dedicado una gran exposición en la Galería Nacional Técnica de Praga (hasta el 31 de agosto), e inaugura el 8 de septiembre otra muestra en la galería ART @ LARGE de Nueva York, pero Giger sigue esperando un mayor reconocimiento del mundo del arte contemporáneo.

Con todo puede decirse, sin temor al error, que ha sido unos de los artistas que más han influido en la iconografía contemporánea y que, sin él, nuestra idea de los seres de otras galaxias y demás demonios del subconsciente sería muy distinta.

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