Gary Oldman rueda la ópera prima de Koldo Serra
El actor se pone a las órdenes del novel realizador en 'El bosque de las sombras', junto a Aitana Sánchez-Gijón
A Gary Oldman (Londres, 1958) se le tiene por uno de los actores más camaleónicos del momento. Ha sido Sid Vicious, el líder de los Sex Pistols, en Sid and Nancy; Lee Harvey Oswald en JFK, Beethoven en Immortal beloved, secuestrador en Air Force One y Sirius Black en Harry Potter. Pero el miércoles, durante la entrevista que concedió en San Sebastián para hablar de El bosque de las sombras, primera película de Koldo Serra, no tenía ganas de cambiar de piel y ejercer de actor ilusionado por la profesión. "Después de 20 años haciendo lo mismo, no tengo la misma energía. Mis prioridades ahora son otras. Quiero ver crecer a mis hijos, así que elijo películas que me permitan estar con ellos".
Ésta es una de las razones por las que aceptó participar en El bosque de las sombras, un thriller violento sobre la incomunicación que protagoniza junto a Aitana Sánchez-Gijón, Lluís Homar, Virginie Ledoyen y Paddy Considine. Pero no la única. El actor acababa de salir de dos superproducciones, Harry Potter y el Cáliz de Fuego y Batman Begins, y estaba buscando "algo diferente". Fue entonces cuando Serra se le presentó con la historia de un matrimonio inglés que no atraviesa su mejor momento y decide pasar las vacaciones en la casa que sus amigos Paul (Oldman) e Isabel (Sánchez-Gijón) han comprado en el norte de España, sin sospechar que sus idílicos días de descanso desembocarán en una espiral de violencia.
"El guión [de Serra y de Jon Sagalá] me impresionó", confiesa Oldman, "y tuve la certeza de que Koldo sabía perfectamente la película que quería hacer. Tenía además una prueba de su talento en El tren de la bruja, un corto que me encantó, y, personalmente, muchas ganas de participar en una producción más pequeña, con menos medios, al estilo de los filmes que solía hacer". ¿Acaso se siente más libre que trabajando para los grandes estudios? "Esto no deja de ser un trabajo", responde. "Me pagan, vengo, hago mi trabajo y me voy a casa".
Oldman ha trabajado para Coppola en Drácula, ha protagonizado El quinto elemento, de Luc Besson, y otras muchas películas fantásticas o de terror. Pero no es un actor fetiche del género por voluntad propia. O al menos, eso dice. "La gente tiene a veces la impresión de que eres dueño de tu carrera. Y eso no es siempre cierto", asegura. "Estas películas simplemente se han cruzado en mi camino". El actor no hace distingos entre géneros: "A mí me gusta el cine que te llega, que te hace sentir algo. ¡Hay ahora tantas películas malas! Comedias que no hacen reír, dramas que no te tocan... En los últimos tiempos, quitando Entre copas y Lost in Translation, el cine que se ha hecho es bastante mierda".
Oldman tiene además claro porqué. "Hay una desconexión entre lo que están haciendo los estudios y lo que el público realmente quiere. Luego dicen que la gente no va a las salas porque es caro, porque prefiere gastar su dinero en deportes, porque está el DVD... Yo sólo creo que las películas que se hacen no son lo suficientemente buenas".
El actor, de mirada esquiva, lleva 20 años actuando y tiene una experiencia limitada como director. En 1997 rodó su primer y hasta ahora único trabajo, Nil by mouth, un retrato de tintes autobiográficos sobre una familia proletaria londinense, que cosechó importantes premios. "La gente olvida que si no he hecho otro filme es porque, pese a ese éxito, nadie ha querido invertir en mi próximo proyecto". Pero está trabajando en ello, va a llevar al cine un libro épico ambientado en el siglo XIX. Oldman no puede continuar, el tiempo de la entrevista ha expirado.
Un 'western' rural y apolítico
Koldo Serra (Getxo, 1975), guionista, autor de cómics y ganador del Meliés de Oro al Mejor Cortometraje Europeo de Cine Fantástico en 2003 por El tren de la bruja, se estrena en la dirección de largos con un "western rural" ambientado en los setenta que habla sobre incomunicación y violencia. Comenzó a rodarse en inglés y castellano a principios de agosto en parajes del País Vasco y Navarra, pero carece de intencionalidad política y no esconde metáforas sobre el conflicto vasco. Serra quiso dejarlo claro. El bosque de las sombras "ocurre en Euskadi porque soy de aquí, pero podía transcurrir en Galicia o en Bosnia porque la historia es universal". El cineasta, que ha cautivado con su historia a primeras figuras del cine europeo, lleva a la pantalla la máxima de Thomas Hobbes de que "el hombre es un lobo para el hombre". Porque el filme, producido por Monfort y Filmax, "plantea hasta qué punto el hombre civilizado es capaz de incivilizarse". "Es una historia muy dura", dijo Aitana Sánchez-Gijón, "que pone a los personajes al límite".
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