Desalojados 50 vecinos de Lavapiés por un escape de gas causado por unas obras
Obreros que trabajaban en la reforma de un restaurante cortaron por error una tubería
Unos 50 vecinos de la calle del Olivar, en el barrio de Lavapiés, fueron desalojados a las 12.50 de ayer por un escape de gas causado por un obrero que serró una conducción de gas al confundirla con una de agua. El obrero trabajaba en la reforma de un sótano de un restaurante situado en la esquina de las calles del Olivar y la Cabeza, en Lavapiés. El error causó una gran fuga de gas que obligó a desalojar a unos 50 vecinos y a cortar la vía durante más de media hora. En el desalojo intervinieron varias dotaciones policiales y de bomberos y transcurrió sin incidentes.
"¡Salga de casa como está y coja a sus animales. Hay un escape de gas. Riesgo de explosión inminente!". Sara Pérez García estaba limpiando los cristales de su casa en la calle del Olivar, 4, cuando un policía aporreó la puerta de su casa y la alertó. Ella cogió a sus dos perros y con las piernas temblando llegó hasta el cordón policial desplegado en la calle de la Magdalena. "¿Pero qué ha pasado? Será en la calle de la Cabeza que están de obras haciendo un hotel", elucubró Sara. Su vecina Amparo se lamentó: "Pues yo no he podido coger a mis gatos, menos mal que apagué la lumbre".
Sara y Amparo son dos de los cerca de 50 vecinos que ayer tuvieron que salir de sus casas a la carrera. En torno a las 12.40, en una reforma en el sótano del restaurante asturiano Casa Hortensia -esquina de las calles de la Cabeza y del Olivar-, un obrero serró por accidente una tubería de Gas Natural, según el jefe de guardia de los bomberos, Roberto Moreira.
"El operario confundió la conducción de gas natural con la de agua, pero tuvieron los reflejos suficientes de cortar a tiempo la llave principal en cuanto empezó a salir el gas", explicó Moreira.
"Oxígeno insuficiente"
Aunque el corte lo realizó con una sierra radial para metal, que produce chispas al cortar, no se produjo una explosión "porque no había suficiente oxígeno en el sótano como para que la mezcla fuera explosiva", según el jefe del servicio de bomberos de Madrid.
En el momento del desalojo de la calle del Olivar, que afectó a todos los vecinos y comercios desde el número 1 hasta el 10, la Policía Municipal no sabía que el riesgo de explosión había pasado.
En los cordones policiales se escuchaban mensajes a veces alarmantes lanzados a las decenas de vecinos y curiosos que se agolpaban al comienzo de la calle: "¡Riesgo inminente de explosión!, ¡despejen la zona!, puede pegar un petardazo", "¿no me oyen?, ¿o es que no les importa que todo esto salte por los aires y les pille en medio?", gritó, angustiado, uno de los agentes. Junto a él, una familia de orientales insistía -inconscientes del peligro y sin comprender- en saltarse el perímetro de seguridad para poder cortar la luz en su local.
El tráfico fue desviado temporalmente desde la plaza de Tirso de Molina en dirección a la plaza de Antón Martín. Los coches no podían subir por la calle de la Magdalena y eran desviados por Doctor Cortezo.
A pesar del alboroto, algunos vecinos ni siquiera respondieron a la llamada de la policía creyendo que era una broma. "Llamaron al timbre y no hicimos caso. Al final contesté, pero parecía una broma, así que me asomé a la ventana y tuvimos que salir disparados", explicó Doménico Ciccia.
A Pilar y a Adolfo les sorprendió dormidos. Por ello, salieron un tanto aturdidos. "¿Pero qué ha pasado? No hemos podido coger nada", decía Pilar. Otros, como Xenia y Oliver, se encontraron sin poder entrar en su casa, en el número 6; o Juan, que se mostró angustiado por lo que les pudiera haber ocurrido a sus perros en el número 10.
Mientras, los bomberos intentaban reducir la cantidad de gas acumulada en el sótano del local. "Primero hemos ventilado el bajo y luego hemos rebajado la mezcla pulverizando agua", explicó Moreira.
Cuarenta minutos después del desalojo de las dos manzanas afectadas -dos de cada lado de la vía-, la normalidad volvió a la calle del Olivar. Las persianas de los comercios fueron levantadas de nuevo y se restableció el bullicio habitual de Lavapiés.
Todo quedó en un susto. Pero como señaló el jefe de bomberos de guardia: "Para lo que podía haber pasado, hemos tenido mucha suerte".
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