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6.000 curas casados ven con alegría la ordenación del pastor anglicano

Fue el cardenal Ratzinger, hoy Papa, quien pidió a su predecesor, Juan Pablo II, permiso para ordenar sacerdote católico al anglicano Evans D. Gliwitzki, casado y con hijos. Lo dijo ayer el obispo Felipe Fernández, que el domingo consagró en Tenerife al nuevo ministro. Los curas casados españoles, unos 6.000, ven con alegría y esperanza ese gesto, pero el prelado tinerfeño insistió ayer en que no supone cambio alguno.

"Enhorabuena a este compañero sacerdote y a su esposa e hijos. Qué bien suena poder felicitar a un cura por su mujer y sus hijos", dijo ayer el representante español en la Federación Internacional de Sacerdotes Católicos Casados, Julio Pinillos. Casado, padre, ex cura obrero y ahora profesor de instituto, Pinillos ejerce el sacerdocio en una humilde parroquia de una barriada madrileña, con el consentimiento tácito de sus prelados.

"Esta ordenación confirma que es evangélico el ejercicio del ministerio de los curas católicos casados. Es un paso que produce gran alegría en las comunidades cristianas, un fruto del ecumenismo real y práctico. Estoy convencido de que si dialogamos evangélicamente veremos otros frutos", añadió Pinillos, que ya prepara la maleta para asistir al próximo congreso internacional de curas casados, en la ciudad alemana de Wiesbaden.

En España están casados 6.000 curas, el 18% del total, un porcentaje similar a Alemania o Francia, pero inferior al de EE UU (28%). En muchas iglesias católicas orientales, también de obediencia romana, se admite el matrimonio de los sacerdotes, y r

ecientes encuestas en Europa indican que entre el 70% y el 80% ven bien que los curas puedan casarse, si quieren, "y seguir su ministerio pleno y gratis en la comunidad", dijo Pinillos. En su opinión, varios obispos apoyan la idea de "separar el ser cura de ser casado o soltero, ya que son dos realidades separadas en el evangelio y en la teología".

Pero el obispo Fernández, que ordenó sacerdote a Gliwitzki en presencia de la esposa y las dos hijas de éste, advirtió ayer de que la aceptación por la Iglesia católica de este cura casado "es una novedad en España, ciertamente, pero no significa nada más".

Juan Pablo II se opuso siempre a abrir la Iglesia latina a los curas casados, y de la misma idea es su sustituto, Benedicto XVI. Los dos, en especial el segundo como responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio de la Inquisición), se esforzaron en evitar que se generalizase ese debate. "Demasiados hablan de replantearse la ley del celibato eclesiástico. ¡Hay que hacerles callar de una vez!", dijo Wojtyla en 1982, en el Sínodo de la Familia.

Al ex cardenal de Sevilla, José María Bueno Monreal, que le planteó el tema poco más tarde en una audiencia -"Mi conciencia de obispo me impone hacerle presente que existen problemas como los del celibato"-, el Papa le replicó: "Y mi conciencia de papa me impone echar a su eminencia de mi despacho".

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