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Hallado un manuscrito de 1924 con una de las últimas grandes teorías de Einstein

Isabel Ferrer

Un manuscrito con una de las últimas grandes teorías del físico alemán Albert Einstein ha aparecido en los archivos del Instituto Lorentz de Física Teórica de la universidad holandesa de Leiden. El afortunado descubridor es un estudiante, Rowdy Boeyink, que dio con las 16 páginas del trabajo, publicado en 1925 bajo el título: Teoría cuántica del gas ideal monoatómico, mientras preparaba su tesis doctoral. Boeyink no estaba interesado en Einstein, sino en un buen amigo suyo, Paul Ehrenfest. Este último, catedrático de Física en Leiden, acogió a su famoso colega en su hogar en varias ocasiones. Como los papeles se encontraban en su archivo personal, se supone que Einstein, que era bastante desordenado, los dejó allí al concluir una de sus visitas.

"Ha sido muy emocionante. Hasta pueden verse las huellas dactilares de Einstein en algunos sitios", dijo poco después de hacerse público el descubrimiento Carlo Beenakker, profesor de la universidad de Leiden. Para el estudiante Boeyink ha sido, sin duda, el punto álgido de la siempre prolija búsqueda en los archivos durante un doctorado. "Al principio pensé en Einstein o en otro catedrático de la época, Arnold Sommerfeld, que trabajaba en Múnich. Cuando introduje el título en Internet, quedó claro. ¡Había encontrado un einstein!", ha dicho encantado. El manuscrito será conservado en un lugar prominente en la universidad holandesa, donde el físico alemán dio varios años de clases extraordinarias a partir de 1919.

Satyendra Nath Bose

Fechado en 1924 y aparecido en 1925 en la memoria de la Academia de Ciencias de Prusia, en Berlín, el trabajo de Einstein está considerado como uno de sus últimos grandes logros. En la segunda página señala que, a temperaturas cercanas al cero absoluto (unos 460 grados bajo cero) las partículas de gas pueden alcanzar un estado de energía tan bajo que se unen en una estructura monoatómica. La hipótesis se conoce hoy como Consensado Bose-Einstein en recuerdo suyo y de un colega indio menos conocido, Satyendra Nath Bose. Interesado en los fotones (partículas que constituyen la luz) Bose no consiguió que uno de sus escritos sobre los mismos se publicara en 1924.

Einstein, que tenía sus reservas sobre las ideas de su compañero pero creyó en la validez del trabajo, hizo valer su influencia para que el Philosophical Magazine lo incluyera. Luego llegaría a su propia conclusión sobre el condensado en el terreno de la materia. "Una hermosa teoría. Pero, será cierta", le escribiría poco después a Paul Ehrenfest. El tiempo le daría la razón y de la forma más apropiada. En 1995, Eric Cornell y Carl Wieman, dos científicos de la universidad estadounidense de Colorado, consiguieron la deseada condensación con una forma gaseosa del rubidio, un metal contenido en el agua y en las cenizas de las plantas. El trabajo les valió en premio Nobel de Física en el año 2001.

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