El renacimiento del valle salado
Salinas de Añana inicia con visitas guiadas su ambicioso plan de restauración de las eras de sal suspendidas
"En Salinas de Añana se puede volver a producir sal de calidad gastronómica, a la manera tradicional, con lo que se conservarían las prácticas artesanales; además, es posible la generación de energía solar y, por último, es un monumento de indudable interés histórico". Quien resume con esta frase las virtudes de uno de los enclaves más atractivos del País Vasco es el arquitecto Juan Ignacio Lasagabaster, principal responsable del cuidado del patrimonio histórico de la Diputación de Álava. Y desde hace quince días estas palabras también se le pueden escuchar a las guías que presentan El valle salado, en unas visitas que son el anticipo de un ambicioso proyecto de restauración.
Alejada de las rutas principales que cruzan hoy el territorio de Álava, Salinas de Añana mantiene todavía la grandeza que le dieron durante siglos las aguas de los manantiales de Santa Engracia o La Hontana, capaces de crear un complejo constructivo paralelo al pueblo, formado por miles de eras dedicadas a la producción de sal. La carretera divide en dos la localidad: a un lado, un intrincado laberinto de palafitos de madera y argamasa que sustentan en terrazas las salinas; al otro, el núcleo urbano de quienes desde el año 822 hasta no hace mucho han trabajado en la explotación de la sal.
El proyecto prevé compatibilizar el turismo con la producción de sal de alta calidad
Desde aquella fecha está documentada esta actividad, pero Itziar Espartero, responsable de la visita guiada, aventuró en la cita de las 11 del viernes pasado que tal vez los romanos ya conocían el valor del agua de estos manantiales. Se basaba en una cita de Ptolomeo, historiador griego al servicio de Roma. Era el primer apunte de un recorrido exhaustivo por la historia del valle salado y el proceso técnico con el que se ha ido consiguiendo la sal a lo largo de los siglos, sin olvidar el repaso al plan director que guiará la recuperación de Salinas de Añana en los próximos años.
El itinerario rodea la pequeña parcela en la que se quiere afrontar la rehabilitación, formada por unos pocos centenares de eras suspendidas de las 5.500 que llegaron a explotarse en los momentos de esplendor. La crisis comenzó en los 60 y el declive fue veloz, hasta que cuarenta años más tarde desapareció el uso comercial. En sus tiempos dorados, relatan las guías, había un orden riguroso a lo largo del año para obtener el agua de los manantiales, aunque sólo se produjera sal en los meses de verano. "Al que le tocaba en enero, se las tenía que ingeniar para conservar el agua salada hasta junio; y no faltaba quien realizaba agujeritos en los canales para robar pequeñas cantidades de agua, sin que se enterase el resto de los productores". Lo explica Itziar Espartero ante una atenta audiencia que sigue los avatares históricos de las Salinas, al igual que los procedimientos artesanales que se emplearon para crear esta compleja estructura de madera.
Aunque la rehabilitación no ha empezado, ya hay algunas muestras de esos trabajos. Para empezar, el propio paseo, realizado por entre las eras y que cruza en varias ocasiones el río Muela. Pueden verse algunos almacenes de sal y dos trabuquetes, los instrumentos con los que se trasladaba el agua de los depósitos a las eras. En el futuro, además de las visitas, se venderá una sal de calidad superior en un valle multiusos con cafetería y auditorio, entre otros servicios, en el que se conseguirá electricidad gracias a la reconversión en paneles solares de parte de las eras. Quedan 20 años por delante, según las estimaciones del plan director.
Visitas guiadas: hasta el 15 de octubre. Horario: de lunes a sábado, 11; 12.30 y 17. Domingos: 11 y 12.30. Más información en el teléfono 685756040.
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