Rescatados 97 inmigrantes subsaharianos de un barco a la deriva al sur de Tenerife
El pesquero tenía el timón y la maquinaria rotos, y se habían agotado la comida y el agua
Funcionarios de Salvamento Marítimo rescataron la madrugada del martes a 97 inmigrantes subsaharianos que navegaban a la deriva, sin timón, combustible, alimentos ni bebidas en el pesquero de madera Aliança, de apenas 20 metros de eslora, 23 millas al suroeste de la isla canaria de Tenerife. Los dos patrones, caboverdianos, confesaron haber zarpado hace una semana de la isla de la Sal y haber cobrado a cada uno de los 95 pasajeros unos 300.000 escudos caboverdianos (unos 2.173 euros), según informó José Segura, delegado del Gobierno en Canarias.
Algunos de estos inmigrantes aseguraron llevar a bordo más de dos meses, aunque otros dicen haber estado en alta mar sólo la última semana. Durante los últimos tres días, ninguno de los ocupantes ingirió alimento o líquido, en opinión de los doctores que los atendieron. Algunos reconocieron haber lanzado por la borda los cuerpos sin vida de al menos dos compañeros. En un principio se informó de que había dos inmigrantes muertos y posteriormente de que eran 10, aunque el delegado del Gobierno no quiso aventurar una cifra: "La realidad es que cuando subimos no había muertos a bordo", se limitó a decir.
Al llegar a tierra, 14 horas después del primer aviso, 24 náufragos (entre ellos un niño de un año y medio y su madre) fueron hospitalizados con un cuadro leve de deshidratación, inanición, conjuntivitis, dificultades respiratorias o ligeros traumatismos. Los otros 71 ingresaron en el centro de internamiento de extranjeros de Hoya Fría, a unos ocho kilómetros de la capital insular, Santa Cruz. Los dos tripulantes, de Cabo Verde, pasaron a disposición judicial acusados de un delito de favorecimiento de la inmigración clandestina.
Apenas el sol se había ocultado el pasado lunes, el buque escuela norteamericano Eagle divisó dos bengalas rojas con paracaídas a 23 millas al suroeste de Tenerife. Cuando alcanzó el objetivo, encontró un pequeño, viejo y sucio barco de madera de 20 metros de eslora con un centenar de africanos a bordo. Agentes de la Guardia Civil y Salvamento Marítimo zarparon a bordo de una patrullera y de las naves Salvamar Tenerife y Salvamar Alpheeca, del remolcador Punta Salinas y del helicóptero de rescate Helimer Canarias.
El piloto de este aparato anticipó una operación complicada. Las malas condiciones meteorológicas -marejada y viento de 20 nudos nordeste, unos 36 kilómetros por hora-, la caída de la noche, la fragilidad del pesquero y la excesiva sobrecarga a bordo amenazaban con volcar el barco y aconsejaban remolcarlo. El momento de máxima tensión se produjo cuando el oxidado enganche del remolque saltó por los aires. "Descartamos cualquier riesgo y decidimos traerlos al puerto más cercano sanos y salvos", manifestó el coordinador de Salvamento, Tomás Sánchez Araña, en Santa Cruz de Tenerife. El segundo remolque aguantó las seis horas de travesía a una velocidad de 2 a 3 nudos hasta llegar a tierra.
Paralelamente, el Servicio de Urgencias Canario desplegaba un hospital de campaña en el muelle de Los Cristianos y Cruz Roja movilizaba a casi 50 efectivos y distribuía mantas, líquidos, bollería y galletas. Entre los voluntarios de Cruz Roja también se encontraban subsaharianos como el gambiano Mambara George, para ayudar a aquellos que sólo hablaran inglés, mandinga y wolof.
El Aliança atracó a las 11.18 horas de la mañana bajo un sol asfixiante. El primero en salir fue un niño de año y medio, seguido de su madre, varios adolescentes y cinco o seis hombres en camillas, muy rígidos. El resto, varones adultos, descalzos o con zapatillas deportivas, con gorros de lana y ropa oscura. Todos muy serenos. Voluntarios y médicos con guantes de látex y mascarillas atendían a los náufragos, les inspeccionaban y les separaban según su estado de salud. Algunos incluso comieron galletas. Cuarenta minutos más tarde, la evacuación había concluido.
"La labor humanitaria está conseguida", declaró José Segura en el mismo lugar del rescate. El delegado del Gobierno también aludió al salvamento, ayer, de otros 37 subsaharianos que navegaban en una barquilla a 130 millas al sur de Gran Canaria.
El cascarón, lleno de algas, permanecía anoche en el muelle de Los Cristianos. Los restos de pintura denotan que un día tuvo la quilla roja, el casco blanco y dos franjas azules de proa a popa.
Aunque conserva la estructura de un pesquero, pegatinas con la marca Cress-sub indican un pasado reciente como embarcación de ocio. La bodega estaba inundada. Junto a él atracaba el moderno fast ferry que transporta más de 1.000 turistas cada dos horas a la isla de La Gomera. Enfrente, una playa de fina arena, las hamacas aún vacías y varios hoteles de lujo.
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