"Soy una mezcla de payaso y bufón"
Un aeródromo en el filo de la provincia de Toledo y Madrid, mesas con marca de vaso y algún disparo de fogueo: rodaje de Los managers. Paco León se remanga la camiseta y va de la sonrisa a la carcajada según vence la timidez.
Pregunta. ¿Cómo empezó todo esto?
Respuesta. A los 15 años, más o menos, en Sevilla, con compañías de teatro independientes. Luego entré en el Centro Andaluz de Teatro, el CAT, para hacer arte dramático. Compaginaba la danza con el teatro y después la televisión en Canal Sur. Hice cortos sin pena ni gloria...
P. Y después, a Madrid.
R. No, ya no hace falta irse a Madrid para trabajar en esto. Luego empecé a colaborar con El Terrat en Barcelona y seguí compaginando el teatro y la danza, después volví a Sevilla, me fui otra vez con El Terrat y llegaron Homo Zapping, Aida...
P. Y el cine...
R. Cine he hecho poco. Reinas, de Gómez Pereira, y ahora Los managers. Pero también he hecho doblajes de películas de dibujos animados, que es un aspecto de la interpretación que me gusta mucho, Madagascar y Valiant.
P. Como imitador y actor se muestra muy versátil. ¿Es obediente con los guiones o se desmadra?
R. Depende; en Homo Zapping todo es pura improvisación, es el juego que buscamos, no sólo se permite sino que se alienta. En Aida hay un buen guión, y es difícil aportar algo tuyo que sea mejor de lo que han hecho previamente 15 tíos trabajando en equipo.
P. Y en el cine, ¿qué espera encontrar?
R. Lo que decía Vivien Leigh, que si en la tele debe estar la realidad, en el cine, la magia.
P. ¿No falta ingenio en el cine?
R. No sabría decir. Lo que más me molesta son las redundancias, que vengan dos tíos disparando y encima digan: "Os vamos a matar". ¡Coño! ¡Ya se ve! Luego, no aguanto la soberbia. Los autores deben ser flexibles y trabajar codo a codo con los actores.
P. También hay otras víctimas en lo suyo, los personajes imitados. ¿Se ha rebotado Raquel Revuelta?
R. ¡Qué va! Está encantada. Lo ha sabido utilizar en su beneficio. Sabe que le viene bien para su promoción y ha demostrado tener mucho sentido del humor.
P. ¿Imitación es exageración?
R. Es parodia y, como tal, exageración, pero en Homo Zapping no imitamos, somos actores.
P. ¿Cómo se puede estar en dos cadenas de televisión y no estar loco?
R. Ya no. He tenido que dejar lo de Homo Zapping; primero, por salud y luego porque era imposible compaginar dos cosas en la competencia. He elegido quedarme en Aida pero no por comodidad, mi carácter no va con eso. Tengo ataques de ansiedad.
P. Un actor inquieto...
R. No soy de los que preguntan dónde me pongo y ya está, que es una cosa muy moderna. Me considero más un actor tipo Comedia del Arte, puedo bailar, cantar, hacer doblaje...
P. Lo de bailar es lo que parece más raro, ¿cómo le dio por ahí?
R. Por casualidad y supervivencia. Los actores andaluces hacemos lo que sea. Es pura selección natural. Nos hemos criado en un medio hostil y eso te hace más fuerte.
P. Así que el actor andaluz es más competitivo.
R. No gastamos energía en autopromoción ni nos quedamos esperando a que suene el teléfono, porque allí el teléfono no suena nunca...
P. ¿Son indómitos?
R. No, siempre vamos a favor de obra. Todo depende del ego y la vanidad de los demás. Proponemos cosas y opinamos, pero en mi caso me lo agradecen porque me dedico a hacer mi trabajo. ¡Yo no le enmiendo la plana a nadie!
P. Y entre el teatro y la tele, ¿con qué se queda?
R. La tele es la selva. Pide velocidad y eficacia. El teatro, en cambio, es una liturgia. La tele exige energía salvaje, pero también es emocionante. Debes apretar el culo, siempre vas tarde.
P. ¿Es eso lo peor?
R. No. Lo peor es la repercusión: en la tele te tiras un pedo y lo huelen ocho millones. Es incontrolable. Pero no puedes pensar en los ocho millones porque si no no abres la boca. Lo bueno de esa repercusión es que es pasajera. Es un monstruo que se olvida.
P. ¿Y se gana mucha pasta?
R. Eso a mí no me impresiona. He sido pobre como una rata. Antes decía "cuando tenga dinero haré esto". Y ahora digo "cuando tenga tiempo haré esto". Así que sigo igual. Lo importante es no perder el hedonismo, seguir disfrutando de las cosas pequeñas. Yo viví en un piso de 30 metros compartido y con muchos invitados y fui muy feliz.
P. ¿Y no tiene miedo de que le encasillen?
R. ¿En qué? ¿En la comedia? Me hace mucha gracia eso. ¡La comedia va de Lope de Vega a los monólogos de las televisiones! Podría estar toda la vida haciéndola sin repetirme.
P. Y la familia, ¿qué dice? ¿Tiene antecedentes de cómicos?
R. Yo desde los cuatro años sabía que quería ser actor. ¡Lo escribí en un papel y todo! Precedentes hay. Mis tíos abuelos paternos eran payasos de circo, Paco y Pepín León. Igual ésa es mi referencia, lo que explica que quisiera ser actor y acabara de payaso, y a mucha honra.
P. Le viene de casta.
R. El payaso hace mucha falta. El mundo del clown es fascinante, una manera de vivir que busca mantener la ingenuidad. Aunque también tengo algo de bufón, que es el que dice las burradas al poderoso sin que parezcan ofensivas. Soy una mezcla de los dos.
P. ¿Y el resto de la familia?
R. Nada, mis padres venden jamones, mi hermana es un bellezón y tengo un hermano militar.
P. ¿De los buenos?
R. De los buenos, ¡si es que existen!
El sevillano que no sabe dónde vive
No tiene muy claro dónde vive. Cree que en algún sitio intermedio entre Sevilla, donde nació hace 30 años, o en el puente aéreo Madrid-Barcelona. El caso es que Paco León no para. Ahora rueda Los managers, dirigida por Fernando Guillén Cuervo, con Fran Perea, Sancho Gracia y María Jiménez. En el cine, dice, se va a apreciar el color extraño de sus ojos de galán, que no salen muy favorecidos en sus apariciones televisivas: la serie Aida, donde interpreta al hermano ex yonqui de la protagonista, o en Homo Zapping, donde ha triunfado plenamente con sus imitaciones.
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