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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

El móvil seduce a las discográficas

En España se descargan 350.000 melodías al mes, un dato nada desdeñable para una industria en horas bajas

Daniel Verdú

A esa cosita deberían cortarle las ancas y me gustaría comérmelas en un restaurante". Así reaccionaba Chris Martin, líder de Coldplay, al ser desbancado de las listas de éxitos por el ring-tono de la rana. El fenómeno es único. Una melodía concebida como señal de llamada para móviles se convirtió en el Reino Unido en el número uno de las listas de singles. Otros gigantes de la música como U2 u Oasis también sufrieron en sus carnes el croar del anfibio. El éxito se reprodujo en España manteniéndose cuatro semanas número uno en las listas de ventas por delante del tema Tortura de Shakira y Alejandro Sanz.

El sonido inicial de Crazy frog fue ideado por un joven sueco, Daniel Malmedahl, a partir de la simple digitalización del ruido del motor de un scooter. Sin embargo, la posterior remezcla que se hizo sampleando la melodía principal de la película de los ochenta Súper policía en Hollywood la catapultó al estrellato en países como Francia, Austria, Alemania u Holanda como ring-tono y como single.

La telefonía móvil no ha escapado del creciente afán por personalizar los objetos que configuran nuestro más inmediato entorno cotidiano. Más allá de ser útiles, nos demandan exclusividad. El tunning del móvil comienza por la selección de la música que otorgamos a las llamadas entrantes. Hay gente que configura sus aparatos asignando una melodía distinta a los miembros de su agenda. "La música de El Padrino, para cuando llama la familia", comenta un joven. Y gracias al acuerdo al que llegaron en el mes de febrero, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y la Asociación de Empresas de Servicios a Móviles (Aesam), cada vez que alguien descarga para su móvil una melodía como la de la mítica saga de Coppola, los propietarios de los derechos de autor de la obra del desaparecido Nino Rota reciben su correspondiente pago.

Empresas como Movilisto o Myalert proporcionan a sus clientes miles de melodías e imágenes para personalizar los teléfonos. Un negocio que, a pesar del acuerdo suscrito con la SGAE, algunas discográficas consideran "alegal". Se quejan del "parasitismo" que realizan dichas empresas puesto que "se aprovechan de los esfuerzos y el trabajo de las discográficas sin que éstas reciban nada a cambio", dice el directivo de una multinacional. Según esta discográfica, la popularidad que lleva a determinada canción a ser solicitada como ring-tono se debe, en parte, al trabajo de promoción que realizan para que el disco se venda.

Elusión de pagos

Las empresas que se dedican a la comercialización de ring-tonos eludirían así realizar pagos a las discográficas porque la canción que ofrecen para ser descargada es una adaptación de menor calidad sonora (polifónica) y en ocasiones cantada por otro artista.

Pero el fenómeno de Crazy frog es la inversión de dicha historia. Las propias discográficas, como Blanco y Negro en España, se han lanzado a comercializar en formato tradicional una sintonía que nació para el móvil y cuya popularidad estalló alejada de las vías tradicionales de la promoción.

El teléfono móvil se convierte así en un soporte nuevo de reproducción, cuyas características condicionan la composición de la obra musical. Reputados compositores, como el japonés Ryuichi Sakamoto, que compuso el surtido de melodías que contiene el Nokia 8800, piensan sus obras de acuerdo con el nuevo soporte de reproducción. Como negocio no es nada descabellado. Blingtones, una empresa que opera en diferentes países y que se dedica a componer tonos de hip-hop para móviles, lleva un tiempo explotando la idea. Lil Jon, uno de los raperos que ha compuesto sintonías para móvil y uno de los socios de la empresa, declaraba a The New York Times que realiza canciones para móviles porque es "una nueva forma de llegar al público".

De momento, en España se descargan 350.000 melodías al mes en un negocio que mueve unos 3.500 millones de euros en el mundo.

Ryuchi Sakamoto, durante un concierto en Barcelona en 2004.
Ryuchi Sakamoto, durante un concierto en Barcelona en 2004.VICENS GIMÉNEZ

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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