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Estado de emergencia en Sri Lanka tras el asesinato del ministro de Exteriores

Una mayor presencia de las fuerzas de seguridad desplegadas en Colombo, como consecuencia de la declaración del estado de emergencia, proporcionaba ayer la prueba visible de la frágil calma que reina en la isla de Sri Lanka desde el asesinato el viernes del ministro de Asuntos Exteriores, Lakshman Kadigarmar.

El crimen se suma a una larga serie de atentados que han puesto en peligro la tregua que mantienen desde febrero de 2002 el Gobierno y la guerrilla de los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE). La muerte del ministro, abatido a tiros por un francotirador en el jardín de su residencia privada en el centro de la capital, ha conmocionado a la nación y provocado el temor de que se desencadene de nuevo la guerra civil en la isla.

Tanto analistas políticos nacionales como extranjeros aseguran que el asesinato de Kadigarmar carga una enorme presión sobre la presidenta del país, Chandrika Kumaratunga, que en estos momentos se encuentra en una situación política inestable. Kumaratunga preside en minoría desde el pasado junio, cuando el partido nacionalista cingalés (JVP) abandonó el Gobierno en protesta por la firma de un acuerdo con los Tigres para la distribución de ayuda internacional a las víctimas del tsunami que azotó la isla en diciembre de 2004.

En un comunicado oficial emitido ayer, tras decretar el estado de emergencia, la presidenta afirmó que Kadirgamar "fue asesinado por enemigos políticos opuestos al proceso de paz". No acusó a ningún grupo determinado. Por el contrario, el portavoz de las Fuerzas Armadas, Daya Ratnayake, no dudó en hacer responsable al LTTE del crimen, asegurando que "no hay la más mínima duda sobre ello".

Por su parte, el LTTE, en un comunicado publicado en el diario digital Tamil Net, negó la autoría del asesinato. Kadirgamar, cristiano de la etnia tamil, contaba con una gran popularidad entre todos los sectores. En abril de 2004 fue nombrado ministro de Exteriores por segunda vez. Entre 1994 y 2001 desempeñó esa misma posición. Los Tigres Tamiles le consideraban uno de sus mayores enemigos, ya que como jefe de la diplomacia desató una activa campaña internacional para que el LTTE fuera declarado organización terrorista.

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