Sharon desafía a los colonos y dice que no dará marcha atrás en la retirada de Gaza
El Gobierno israelí cree que la mayoría de las familias abandonará sus casas pacíficamente
Ariel Sharon desafió ayer al movimiento colono radical al asegurar públicamente: "No lamento nada" y "no voy a pedir perdón" por la retirada de la franja de Gaza, la demolición de 21 asentamientos y la expulsión de sus más de 8.000 habitantes. Las declaraciones del primer ministro israelí al periódico populista Yediot Aharonot, las primeras en varias semanas, demuestran no sólo su proverbial tozudez, sino además su firme voluntad política de poner en marcha este fin de semana el repliegue militar y civil más ambicioso y controvertido de la historia de Israel.
"No lamento nada. Incluso si hubiera conocido de antemano la amplitud de la oposición lo habría mantenido", aseguró ayer el primer ministro israelí, en sus declaraciones al Yediot, menospreciando y desafiando la movilización de los colonos radicales y ultranacionalistas que en los últimos días se han manifestado en Jerusalén y en el Tel Aviv contra el plan de retirada de Gaza y que preparan ya para las próximas horas una intensiva campaña de protestas bautizada con el nombre de Amanecer Naranja.
Sharon, en un tono que se intuye prepotente, también despreció de manera abierta la actitud moderadora y conciliadora del presidente de Israel, Moshe Katsav, quien en un intento de echarle un cable, dirigió días atrás un mensaje radio televisado a toda la nación, para públicamente y en nombre del Estado pedir perdón a los colonos por expulsarlos de sus casas en la que han estado viviendo tantos años, aunque a renglón seguido les exigió salir de Gaza y acatar las ordenes del Gobierno.
"No se trata en este asunto de pedir perdón, sino de compartir su dolor", continuó el primer ministro de manera excesivamente franca y abierta, como es habitual en él. Por último, Sharon aprovechó la entrevista para atacar a los disidentes de su partido, a los que acusó de ser "elementos radicales" y de "haber tomado el control del comité central", descalificando de paso y sin nombrarlo a su ex ministro de Finanzas Benjamín Netanyahu, que dimitió de su Gabinete el pasado domingo por sus reticencias con el repliegue.
Sharon, con todos estos frentes abiertos y sin detenerse ni un momento a mirar hacia atrás, se encerró ayer en su gran finca de los Sicomoros, situada en el desierto del Neguev -paradójicamente cerca del bloque de los asentamientos de Gush Katif- para preparar un discurso que dirigirá el lunes a la nación, justo cuando se esté cumpliendo el último plazo de 48 horas para que los colonos abandonen voluntariamente los 21 asentamientos de Gaza.
Las declaraciones tempestuosas y beligerantes de Ariel Sharon hacia los sectores radicales del movimiento colono coinciden, sin embargo, con los últimos datos de la Administración, que parecen indicar que la mayoría de las familias de los asentamientos han optado por la salida voluntaria y pacífica de sus casas, negándose a cualquier enfrentamiento con el Ejército.
Según este informe, el 63% de las familias del bloque de asentamientos Gush Katif, el mayor de Gaza, se ha puesto en contacto con los responsables del plan de retirada para negociar sus indemnizaciones.
456 familias, sobre un total de 1.700, han recibido sus compensaciones o al menos más de un 65% de ellas. Además, 200 familias han firmado ya contratos para establecerse en el poblado provisional de Nitzan en Israel y 135 tienen ya las llaves. De los informes se desprende que sólo 400 familias de los asentamientos de Neve Dekalim, Atzmona, Kfar Darom y Netzarim, una cuarta parte del censo total, se opondrá al desalojo y deberán ser sacados por la fuerza de sus casas.
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