Mucho más que piedras
La Sociedad Aranzadi descubre en el yacimiento de Irikaitz los útiles humanos más antiguos de Euskadi con los de Lezetxiki
"Tenéis que confiar en mí", comenta el arqueólogo Álvaro Arrizabalaga, director de las investigaciones en el yacimiento de Irikaitz, en Zestoa, mientras sostiene en sus manos una piedra. A ojos de los inexpertos que le escuchan es tan sólo una pequeña roca informe sin utilidad aparente, pero los profesionales como él saben que se trata de "un percutor que tiene al menos 150.000 años" y que servía como herramienta al Homo heidelbergensis, una especie inmediatamente anterior al hombre del Neanderthal, en el Paleolítico Inferior.
No es el único útil humano de este periodo que el arqueólogo y su equipo han descubierto en Irikaitz en los últimos ocho años. Hay bastantes más, y junto a los hallados en la cueva de Lezetxiki, en Mondragón, son los más antiguos encontrados en el País Vasco, según concluye Arrizabalaga, miembro del Departamento de Arqueología Prehistórica de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y profesor de la UPV.
En el yacimiento de Zestoa se han recobrado restos de carbones, pólenes y cáscaras de avellana fosilizados
Aranzadi empezó a trabajar en Irikaitz, un yacimiento al aire libre de ocho hectáreas -o más bien "un área de asentamientos"- en 1998. La zona, localizada junto al río Urola, entre el balneario de Zestoa y el casco urbano de la localidad, se salvó de albergar un campo de fútbol gracias al empeño de la sociedad.
El caso es que en estos años, Arrizabalaga y su equipo han dejado al descubierto un buen número de útiles a los que dan 1.500 siglos de antigüedad. No tienen medio científico con que demostrarlo, pero se guían por la técnica "tosca, rudimentaria," con la que están moldeados, que se diferencia de la utilizada posteriormente por neanderthales y cromagnones, apunta el arqueólogo.
Además de estas herramientas, los científicos han descubierto restos de carbones, pólenes y cáscaras de avellana fosilizados, hallazgos que les permiten hablar de la existencia de un bosque de ribera y, más arriba, de un bosque mixto con mucho roble, en un ambiente "más templado y húmedo que el actual", concreta.
Lo que tienen claro los arqueólogos que investigan Irikaitz es que aquí, a diferencia de en Lezetxiki, no hallarán huesos de animales ni de humanos por el "lavado continuo de la lluvia durante miles de años".
Por eso, intuyen que los individuos de Homo heidelbergensis que poblaron Irikaitz consideraban la zona un buen lugar para la caza, porque "el río se cierra mucho", pero no lo pueden aseverar. Sí dan por seguro que acudían al lugar en busca de una materia prima que no se localizaba en otros puntos de Guipúzcoa: las rocas volcánicas que arrastraba el Urola y con las que elaboraban sus herramientas.
Junto a estas herramientas del Paleolítico Inferior, Aranzadi ha hallado útiles que la sociedad data en el Paleolítico Superior. Resultan ya piezas "más elaboradas", como un buril o pequeñas puntas de flecha, realizadas con sílex hace unos 25.000 años por los cromagnones.
¿Y qué pasa con los neanderthales? Arrizabalaga aclara que no se han descubierto en Irikaitz restos relacionados con esta especie porque vivieron en la época glaciar y, debido al frío, habitaban en cuevas, no al aire libre.
Tras ocho campañas estivales de excavación consecutivas, Aranzadi tiene previsto hacer una pausa de los trabajos de campo en 2006 para preparar una publicación monográfica con lo recuperado hasta ahora. Tras el análisis de los resultados, podrá diseñar futuras campañas.
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