Susan Sarandon saca la artillería política
La actriz estadounidense recibe el Premio a la Excelencia en el Festival Internacional de Locarno y aprovecha una clase magistral de actuación para criticar a la Administración de Bush
Susan Sarandon ha sido recibida en Locarno en algo muy parecido a olor de santidad. La gran actriz y activista política estadounidense llegó a la ciudad a orillas del lago Maggiore para recibir el Premio a la Excelencia que otorga el festival suizo a toda su carrera y para impartir una clase magistral sobre actuación. Clase que terminó convirtiéndose en una descarga de artillería pesada contra la Administración de Bush, bestia negra de la actriz.
Sarandon no se encuentra en su mejor momento dado que está aquejada de una neumonía que hizo dudar hasta el último momento de su aparición pública. Aun así, la más esperada de las visitantes del festival accede a hablar sobre su carrera y sobre política. Sarandon comenta divertida: "Nunca he estudiado actuación ni he seguido cursos de interpretación. En realidad, toda mi carrera se ha basado en la intuición y una suma de casualidades", hasta el punto de que le ha tomado "diez años" de trabajo llegar a la conclusión de ser "realmente una actriz". Una carrera comenzada por azar gracias a la necesidad de "abandonar los suburbios de Nueva Jersey".
Sarandon considera que lo principal de un actor "es reconocer lo que uno tiene de excepcional y trabajar a partir de ello". A lo largo de la charla reivindica el trabajo en roles secundarios, dado que no hay "papeles pequeños", y agrega que ha "trabajado con directores veteranos que hacen películas malas y jóvenes realizadores llenos de talento, capaces de realizar un trabajo genial".
La actriz habló de su relación con el teatro: "Es como hacer el amor, mientras que el cine es algo más cercano a la masturbación. El teatro permite un contacto físico real con el público, lo que en cine es inexistente. Un actor debe ser capaz de moverse con libertad en ambos campos. Pero con hijos dedicarse al teatro es algo casi imposible". Sarandon, que menciona constantemente a lo largo de la charla a sus hijos y a su marido (Tim Robbins), dice entre risas que uno de sus principales proyectos inmediatos es acompañar a su prole "al colegio para el comienzo de curso, el 8 de septiembre". A nivel más profesional, sus proyectos actuales incluyen una película con Ralph Fiennes o la presentación de Romance and Cigarettes.
A la pregunta de cuál es su director favorito, responde entre risas "Tim Robbins, por supuesto, o no podría volver a casa", aunque reserva palabras de halago para Billy Wilder, Louis Malle o Ridley Scott y añade que, a pesar de haber recibido numerosas propuestas para dirigir ella misma, de momento está "demasiado ocupada dirigiendo la familia". La actriz, que vive en Nueva York, afirmó: "Hay que aprender a tener una vida, no un estilo de vida. El cine debe hacerse por pasión y para pasar un mensaje, no para obtener un beneficio del 700% en taquilla". Entre su ya larga filmografía hay una obra que parece haberle marcado especialmente: Pena de muerte, realizada por su marido y coprotagonizada por Sean Penn. "Fue una historia de amor desde el primer momento". Sarandon expresa su sorpresa ante el inmenso éxito de público que premió su portentoso trabajo. "Fue un verdadero milagro que el mensaje de redención y amor incondicional de Pena de muerte llegara profundamente al corazón de tanta gente. En Oklahoma se recogieron cientos de miles de firmas contra la pena de muerte e incluso el Papa sentó doctrina al respecto tras ver la cinta. Pena de muerte permitió que se humanizara el debate y se mostrara claramente qué significa la muerte planificada de un ser humano. La película fue curativa tanto para las víctimas de los asesinos como para las familias de los condenados. Abrió un debate nacional que "aún no ha acabado".
La actriz, que se define como "una actriz de carácter" y odia "verse en la pantalla", comenzó su andanada anti-Bush diciendo que "George W. Bush es, de lejos, el peor presidente en la historia del país". Y agregó: "En los Estados Unidos hay un profundo miedo. El mensaje que emana del poder es o estáis con nosotros o contra nosotros". Sarandon comenta con dolor que en su país "han llegado a sacar en portada de una conocida revista" un fotomontaje de ella y el líder de Al Qaeda donde la llamaban La amante de Bin Laden. "Ya va siendo hora de que los buenos actores se impliquen más en política, dado que, si no, sólo son los actores malos los que terminan siendo elegidos presidentes de los Estados Unidos o gobernadores de California".
"Toda película es política", prosigue en tono más serio, "incluso las de Eddie Murphy o Schwarzenegger tienen un mensaje político claro". "No hay lugar para voces disidentes", añade antes de agregar que entre sus compatriotas parece haber "una extraña disposición a entregar, a cambio de seguridad, todas las libertades a gente como Rumsfeld o Wolfowitz". "No buscan información. La gente no quiere saber la verdad". El lado positivo está, en su opinión, en Internet: "Mientras exista Internet hay esperanza de transmitir o escuchar otros mensajes".
Sobre su compromiso humanitario en proyectos de Unicef y otras ONG, Sarandon asegura que a las celebridades en el fondo no les gusta pasar tanto tiempo fuera de casa defendiendo causas perdidas, "pero es la única forma de interesar a ciertos medios de comunicación en las catástrofes del Tercer Mundo... los negros son considerados material desechable por el mundo blanco". "Lo realmente importante es hacer aquello en lo que uno cree, y no hacer cine para intentar gustar a todos dado que eso casi nunca funciona", concluye la actriz, premiada antes de seguir viaje hacia Suráfrica, donde espera reencontrar a su familia antes de la vuelta a clase.
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