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La madre alemana sólo recuerda haber matado a dos hijos

Conmoción en todo el país ante los nueve infanticidios en Francfort del Oder

Sabine H., la mujer de 39 años detenida como presunta homicida entre 1988 y 1999 de nueve de sus hijos recién nacidos en Francfort del Oder, en el este de Alemania, en la frontera con Polonia, se confesó autora de la muerte de los dos primeros y no recordar el resto. La acusada declaró que parió sola y que cuando se producían las contracciones del parto se emborrachaba, después cubría a los recién nacidos con una manta y los dejaba a su suerte.

Sabine enterró los cadáveres en macetas que conservó en el balcón de su casa y llevaba consigo cada vez que se mudaba de domicilio. Según declaró la homicida, le gustaba sentarse en el balcón para encontrarse cerca de sus hijos muertos. Hace algún tiempo Sabine llevó las macetas y un acuario al garaje de la casa de sus padres, en Brieskow, un pueblo de 2.700 habitantes situado a 30 kilómetros al sur de Francfort. El pasado domingo un pariente encontró los restos de los cadáveres cuando hacía limpieza en el garaje y llamó a la policía, que llegó con varios perros rastreadores que casi enloquecieron ante la cantidad de carne que olían.

Alemania asiste entre conmocionada y perpleja ante los nuevos detalles sobre lo que el Bild Zeitung tituló ayer en primera página: "La madre más cruel de Alemania. Mató a nueve de sus bebés". Más de una docena de reporteros destacó el periódico de más tirada de Europa a Francfort del Oder y a Brieskow, el pueblo de la familia de la madre homicida.

La cosecha periodística resultó abundante con buen número de fotos de Sabine, cuya cara cubre el periódico con una mancha de tinta negra. El periódico informa de que Sabine era una alumna excelente, con media de sobresaliente en la escuela, que aprendió el oficio de asistenta de dentista y abandonó el pueblo a los 17 años tras quedar embarazada de Oliver, oficial del Ejército Popular de la República Democrática Alemana y, según Bild, colaborador de la Stasi, la seguridad del Estado, la policía política del régimen comunista. Se casaron y tuvieron tres hijos que viven: una chica de 22 años y dos chicos de 20 y 18.

El matrimonio se divorció este año, aunque llevaban mucho tiempo separados. Ahora la policía investiga el ADN de los bebés muertos para determinar si eran hijos de Oliver. Éste se mostró consternado al tener conocimiento de los crímenes. De la misma forma reaccionó Bernd B., actual compañero de Sabine, 20 años mayor que ella. Los dos tienen una hija menor de dos años.

El pasado mes de junio, la oficina encargada de la infancia se hizo cargo de la niña al descubrir que se encontraba en estado de abandono tras una disputa entre la pareja. Al conocer los detalles de los crímenes, Bernd, según Bild, declaró: "Ella era lo más digno de amar que me encontré en mi vida. De lo que hizo antes no sabía nada". Entre los detalles de la vida que reconstruyen los reporteros se encuentran testimonios de antiguas compañeras de escuela. En el libro de poesía de una de ellas la madre homicida escribió: "Nunca digas una palabra mala con la que puedas herir a alguien. Quizás tú encuentres un corazón mucho antes de lo que piensas. Con amistoso recuerdo. Sabine".

Vecinos del pueblo declararon a la prensa que los padres de Sabine eran gente piadosa que acudía cada domingo a la iglesia evangélica. Los crímenes de Sabine resultan por completo inexplicables, sobre todo si se considera que comenzaron cuando todavía existía la República Democrática Alemana, un Estado donde el aborto era libre y no tenía una sanción social grande en un Estado ateo.

Uwe Wetter, un psicólogo entrevistado por Bild, explica lo ocurrido con trastornos hormonales en un embarazo no querido que produce fuertes depresiones hasta percibir al bebé como un alienígena. Según Wetter, "tal vez la exclusión social y la soledad embrutecieron a la madre. Cada homicidio no descubierto bajaba el umbral de sus escrúpulos".

Tres policías alemanes registran el garaje donde se hallaron los cadáveres de nueve niños.
Tres policías alemanes registran el garaje donde se hallaron los cadáveres de nueve niños.REUTERS

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