Sobre el rendimiento escolar
En su edición del domingo 24 de julio de 2005, su periódico publica una información relativa a los desafíos de la educación en España. En ella, su autora señala que el fracaso escolar "se basa en tres pilares: la escuela, la familia y el esfuerzo del alumno, repiten los expertos". En realidad, esto es lo que dicen algunos expertos o, más en concreto, uno de los expertos especialmente querido por su diario.
Sin embargo, otros expertos, especialmente desde el área de la sociología, consideran que más decisivo que aquellos tres pilares es la clase social de los alumnos. Así, por ejemplo, Subirats y García de la Barrera, basándose en el análisis de la Encuesta Metropolitana de Barcelona, han podido comprobar que, en el ámbito de la región metropolitana, para la generación que en 2000 tenía entre 26 y 35 años, las posibilidades de llegar a obtener un título universitario se mostraban estrechamente vinculadas al origen social: el 14% de los hijos/as de trabajadores manuales terminó estudios superiores, frente a 70% de los hijos/as de padres de categoría profesional alta. No obstante, los datos más elaborados de los que disponemos proceden de los censos de 1981 y de 1991. Ahí se puede observar que en 1991, a los 21 años -edad en la que por término medio se concluye el tercer curso de una carrera de ciclo largo o una diplomatura- se encuentra aún escolarizado el 76,2% (67,6% en 1981) de los hijos de profesionales y técnicos de alto nivel, mientras que hace lo propio el 24,8% (14,4% en 1981) de los hijos de la clase obrera manual. Si nos fijamos en los niveles educativos de las familias, se observan disparidades semejantes. En definitiva, lo que hace la escuela es privilegiar a los ya privilegiados educativamente por razón de cuna. En buena medida, ésta es la explicación de nuestros pobres resultados en los informes PISA. Mientras que más del 80% de la población de entre 25 y 44 años -grosso modo la de los padres y madres de los niños en edad escolar- de Canadá y Finlandia ha alcanzado un mínimo de educación secundaria superior, en nuestro país tal porcentaje apenas supera el 40%. En tanto que a la escuela le guste sobre todo cierto tipo de alumnos, si no ponemos en duda el carácter clasista de los contenidos y de las prácticas escolares, el fracaso escolar se seguirá cebando en determinados grupos sociales.
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