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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La calle como presión

El terrorismo callejero recobra auge de manera preocupante en el País Vasco. ETA, en su último boletín, insta a proseguir la presión en la calle e igualmente lo hace su brazo político, Batasuna, para quien la kale borroka entra en la estrategia para forzar un proceso de negociación con el Gobierno central. El PP ha acusado a Zapatero de estar facilitando con su actual política antiterrorista el resurgir de este fenómeno, que parecía estar dormido, pero que amenaza con volver a la virulencia de antaño. En cinco días de la semana pasada se registraron una treintena de acciones violentas en Euskadi y en lo que va de año superan ya todas las habidas en 2004.

El terror callejero se ha recrudecido sobre todo a raíz de la muerte de un etarra el pasado día 20 en un accidente de tráfico en el sur de Francia, al estrellarse su coche contra un árbol tras burlar un control de la Gendarmería. Su fallecimiento ha sido considerado el "valiente acto de un soldado de la independencia" y propició algunos mítines de homenaje y de exaltación de la banda terrorista. El resultado de esa glorificación fue, entre otras perlas, la quema en San Sebastián de un autobús municipal, ataques contra sucursales bancarias, enfrentamientos con la Ertzaintza -en uno de ellos, varios agentes de paisano de la policía vasca tuvieron que disparar al aire- y episodios de matonismo mafioso en otros lugares contra unas dependencias del PSOE y la casa de una concejal socialista. Se suponía que ETA había resuelto dar un respiro a los ediles municipales cuando anunció el mes pasado que retiraba de sus objetivos mortales a todos los cargos electos.

La lectura de estos vandálicos episodios ha sido de un fanático sectarismo por parte de Batasuna. Joseba Permach sostiene que la actuación de la Ertzaintza, que derivó por orden judicial en el encarcelamiento de tres jóvenes, no obedece a una actitud del propio mando de la policía autonómica, sino a una decisión "política" del lehendakari Ibarretxe y de su consejero de Interior, Balza. Es absurdo pretender que un gobernante no actúe para preservar el orden público. Claro, que en la filosofía batasuna y etarra el orden lo imponen ellos. El propio Permach ha indicado que su ilegalizado partido proseguirá con "la movilización popular y la activación ciudadana", en clara alusión a que continuarán orquestando y jaleando el terrorismo como método de presión. Batasuna también recurrió a estas acciones después de la última tregua etarra declarada en 1998. La respuesta del Gobierno vasco ha sido en esta ocasión certera y contundente: "Ningún proceso será posible si se pretende la kale borroka como sustitutivo de la violencia de ETA".

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