El coche con sentimientos

El espíritu Disney, inyectado directamente en la vena. Con sus virtudes y sus defectos. Herbie a tope, nueva versión de la serie de clásicos infantiles de los sesenta y setenta iniciada con Ahí va ese bólido, nos devuelve al coche escarabajo dotado de vida propia. La bondad, la cursilería, el derecho a la diferencia, la defensa del humilde, las detalladas explicaciones de los giros de la trama para que los pequeños no se pierdan, los retratos unidireccionales, estereotipados hasta la caricatura... La Disney es así, y aquí no cabe el consuelo de la magnífica factura técnica de sus cintas de animación.

Lindsay Lohan, especialista en remakes de clásicos de Disney (éste es el tercero tras Tú a Boston y yo a California, y Ponte en mi lugar), es la protagonista de las nuevas aventuras de un coche capaz de sentirse excitado sexualmente frente a otro de la misma marca (¿homosexualidad automovilística o hermafroditismo mecánico?). A su lado, Michael Keaton y Matt Dillon, dos estrellas en declive, defienden como pueden sus papeles de, respectivamente, padre y malvado de la película, otra operación financiera disfrazada de ejercicio nostálgico.