Cadena perpetua para el asesino del cineasta holandés Van Gogh
Mohamed Bouyeri, el holandés de origen marroquí que el 2 de noviembre asesinó al cineasta Theo van Gogh, fue condenado ayer a cadena perpetua por un tribunal de Amsterdam. La sentencia, considerada excepcional aunque también esperada, subraya la intención terrorista de un crimen "cometido en virtud de una interpretación extrema del islam". Bouyeri permaneció en silencio al conocer su condena, pero ha admitido que volvería a matar por Alá. Los jueces incluyeron en sus razonamientos la necesidad de recluirlo de por vida "por su nula posibilidad de reinserción".
Udo Willem Bentinck, presidente de la sala que ha juzgado a Bouyeri, dejó claro que la alarma social provocada en Holanda por el asesinato de Van Gogh precisaba una reacción contundente por parte de la justicia. También relacionó el crimen, "perpetrado por una persona que se ha radicalizado de forma preocupante", con los disturbios registrados poco después en todo el país. Entre ellos figura de forma singular la quema de mezquitas y colegios musulmanes -desconocida en Holanda- que siguió incluso después del entierro de Van Gogh. "Es necesario proteger a la sociedad de una persona que no se arrepiente de sus actos ni tampoco desea rehabilitación social alguna", dijo Bentinck.
Bouyeri no apelará
Como ya sucedió a principios de julio durante los dos días establecidos para su juicio, Bouyeri, que no se ha defendido, ha declinado una vez más apelar a sus derechos. Ayer se limitó a estrechar la mano de su abogado, Peter Plasman, antes de abandonar la sala. El letrado tampoco recibió permiso para representarle y anunció que no apelará la sentencia. Dispone para ello de 14 días hábiles.
La actitud pasiva de Bouyeri durante el proceso contrasta con la actividad que desplegó días antes del asesinato. No sólo pagó sus deudas y retiró todos sus fondos del banco. También hizo testamento y escribió las cartas justificando el crimen y apelando a la inspiración divina que le llevaba a cometerlo. Volcado en lo que los jueces han calificado de "visión radical del islam", se preparaba desde enero de 2003 para el martirio. Según los expertos holandeses en el mundo islámico que han analizado sus notas, primero rechazó el Estado de derecho y las normas occidentales. Luego abrazaría la violencia como respuesta contra los que creía enemigos de su credo. La yihad (guerra santa) sería la consecuencia directa de su radicalización.
El único extremo que los jueces no han podido aclarar es el de la salud mental del procesado. Bouyeri se ha negado a colaborar con los psicólogos designados por el Estado, que sólo han podido concluir que es dueño de sus actos y no padece ninguna patología. En los pocos momentos en que tomó la palabra durante la primera fase del juicio, dejó claro que actuó por motivos religiosos y no por animadversión hacia su víctima. La madre de Van Gogh, sus dos hermanas y su hijo adolescente estaban ayer presentes en la sala cuando condenaron a Bouyeri a cadena perpetua. El caso está cerrado, pero no así la brecha abierta en la sociedad holandesa.
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