Defensa adjudica a una empresa de EE UU el sistema de combate del submarino S-80
El Ministerio de Defensa hizo pública ayer la elección de la empresa norteamericana Lockheed Martin, como socio tecnológico de la constructora naval española Navantia (antes Izar), para fabricar el núcleo del sistema de combate de los futuros submarinos S-80 (un navío oceánico de 2.300 toneladas de desplazamiento).
Este anuncio llega una semana después de que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, comunicara a por carta a su homólogo español, José Bono, la conformidad del Pentágono para que España pueda adquirir misiles de crucero Tomahawk. La construcción del S-80 tropezaba con el obstáculo del suministro de dichos misiles de crucero [Tomahawk]. Después de haber conseguido el visto bueno de la Marina americana y tras superar la congelación de las relaciones políticas entre el Gobierno español y el estadounidense, la decisión sobre la adquisición de los Tomahawk dependía de Rumsfeld. Esta difícil operación, en la que España espera adquirir al menos 60 unidades, aún debe ser autorizada por el Congreso de EE UU. Había varias empresas candidatas para la adjudicación del concurso para la construcción del submarino S-80. En la pugna se enfrentaban la francesa UDSI, la estadounidense Raytheon con sonar de la francesa Thales o de la alemana Atlas; Atlas en solitario y la noruega Kongsberg. Aunque desde el principio la empresa norteamericana Lockheed Martin fue la favorita del Ministerio (tradicionalmente proamericana), los criterios de elección fueron "primar el coste y el cumplimiento de los requisitos técnicos deseados por España".
"La mejor"
Navantia será "el constructor integral de los submarinos S-80, al responsabilizarse tanto de la construcción de los buques como de sus sistemas de combate", según informó el Ministerio de Defensa. Se construirán cuatro de éstos en el astillero de Cartagena (Murcia). A esto añadió que "Lockheed Martin cumple todos los requisitos operativos fijados por la Armada para el sistema de combate y es la mejor desde el punto de vista industrial y tecnológico".
Las consecuencias de esta decisión tiene un carácter estratégico, no por el importe del contrato -"superará los 200 millones de euros", según fuentes del Ministerio de Defensa-, sino por que capacitará a Navantia para competir en el mercado mundial de submarinos convencionales. En esas operaciones está en juego la construcción de 25 navíos por unos 10.000 millones de dólares la próxima década, según los expertos.
Gracias a estos submarinos, la Armada española incrementará "sus capacidades operativas, al disponer de submarinos de propulsión convencional, con prestaciones muy avanzadas tecnológicamente y plenamente adaptados al escenario estratégico actual", según Defensa.
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