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Decenas de muertos tras la explosión de un camión bomba en una comisaría de Bagdad

La policía iraquí informa de 22 fallecidos y las autoridades militares de EE UU, de 40

Una tormenta de arena había obligado ayer a cerrar muchos comercios. El calor era sofocante y la visibilidad, escasa. De repente, en el barrio de Al Manchtal, en el sureste de Bagdad, un camión con 250 kilogramos de explosivos enfiló hacia una comisaría y estalló junto a las barreras de protección. El estruendo se pudo escuchar a varios kilómetros de distancia. Al menos 22 personas perdieron la vida y decenas resultaron heridas, según fuentes policiales iraquíes. Las autoridades de Estados Unidos en Irak, citando informaciones locales, elevaron la cifra a 40 muertos.

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Un cuerpo poco fiable

Las imágenes difundidas por televisión son brutales: cuerpos rígidos y calcinados; otros, destrozados, que fueron lanzados hasta el tejado de la comisaría entremezclados con restos del camión. La bola de fuego arrasó varios vehículos aparcados y dañó la infraestructura del edificio a pesar de que explotó antes de las barreras de seguridad. En el pavimento, un cráter alargado era la prueba de la violencia de una explosión que se escuchó en numerosos barrios de la capital. Una hora después del atentado, que se produjo después del mediodía, decenas de bomberos seguían trabajando entre los escombros. Muchas de las víctimas eran policías, aunque no hay acuerdo sobre el número exacto de fallecidos. Las autoridades iraquíes hablan de 22, aunque admiten que la cifra puede incrementarse, y los estadounidenses, de 40.

"Este acto cobarde ha sido llevado a cabo por criminales, no por muyaidines [combatientes]", aseguró un oficial de la policía iraquí llamado Kasim. "El conductor se lanzó de forma deliberada contra la comisaría", explicó el comandante Russell Goemaere, portavoz militar estadounidense. "Los terroristas ven, sin duda, los progresos de la policía iraquí y les consideran una amenaza para sus planes", añadió. Pero esta optimista interpretación de Goemaere no coincide con la de sus superiores, que la semana pasada hicieron público en Washington un informe negativo. "Sólo un pequeño número de las fuerzas de seguridad iraquíes pueden actuar contra los insurgentes sin ayuda estadounidense". El ataque de ayer es el último de una serie (20 coches bomba en 10 días sólo en Bagdad) que han causado decenas de muertos y generado dudas sobre la capacidad del Gobierno y del Ejército de Estados Unidos para derrotar a la insurgencia.

En junio, 40.000 efectivos de las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes y soldados estadounidenses lanzaron una vasta operación en Bagdad y sus alrededores para frenar los golpes de la insurgencia. La respuesta en julio ha sido brutal, con acciones tan sangrientas como el ataque contra una patrulla norteamericana que repartía golosinas a unos niños y que causó la muerte de 24 de ellos y el ataque contra una mezquita en Musayyib, al sur, con cerca de 100 muertos. En ese atentado, el suicida hizo explotar su carga junto a un camión de reparto de gas doméstico.

Proceso político

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La Administración de Bush insiste en que el proceso político disuadirá a la mayoría de la insurgencia (la más nacionalista, ex baazista e impulsada por los árabes suníes) a abandonar las armas. Pero para ello, antes es imprescindible la plena participación de esa minoría (el 20% de la población de Irak) en el proceso. El atentado de ayer se produce el día en que el Gobierno del primer ministro, el chií Ibrahim al Yafari, negocia con los representantes suníes su retorno a la comisión que redacta la futura Carta Magna. La semana pasada, tras el asesinato de dos ponentes, otros 14 suníes decidieron retirarse de la comisión. Yafari les ha garantizado protección especial, pero ellos exigen una investigación de los asesinatos, pues sospechan de la implicación de las llamadas milicias Bader del Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Irak, el principal grupo político chií.

Pero el problema es político. Adnan al Janabi (antiguo aliado del ex primer ministro Ayad Alaui, el favorito de Washington), y único representante suní que permanece entre los redactores constitucionales, sostiene que el texto actual representa sólo la visión chií (con fuertes limitaciones en los derechos de la mujer conseguidos bajo el régimen laico de Sadam Husein) y que sólo beneficia a Irán.

Estos enfrentamientos agrandan la desconfianza entre los chiíes (60%) y los suníes. Incluso los kurdos están descontentos, pues los ponentes de la Constitución han bloqueado sus intentos de conseguir el derecho a la autodeterminación. Tras el brutal atentado de Musayyib, el gran ayatolá Alí al Sistani, la máxima autoridad religiosa chií, hizo un llamamiento al Gobierno para que evite lo que calificó de "aniquilación masiva" de chiíes. Muchos temen que el conflicto civil está servido.

Un soldado estadounidense y varios civiles iraquíes buscan víctimas en el lugar del atentado contra una comisaría, ayer en Bagdad.
Un soldado estadounidense y varios civiles iraquíes buscan víctimas en el lugar del atentado contra una comisaría, ayer en Bagdad.ASSOCIATED PRESS

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