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Preguntas para una crisis

Eduardo Madina

"La UE y los Estados miembros tendrán como objetivo el fomento del empleo, la mejora de las condiciones de vida y de trabajo, una protección social adecuada, el diálogo social, el desarrollo de los recursos humanos para conseguir un nivel de empleo elevado y duradero y la lucha contra las exclusiones".

Así quedaban recogidos en el artículo 136 del Tratado de la UE, los objetivos de la política social europea, base teórica de los horizontes sociales que la Unión señalaba para su territorio político en la conformación del principal valor añadido que Europa tiene; su modelo social.

Hablar de éste, supone acercarse a un esquema de planificación social vertebrado a partir de nuestros modelos de producción, de nuestras formas de proteger los derechos de los trabajadores y de nuestras formas de redistribuir la riqueza generada en forma de Estados de Bienestar.

Hay crisis también en la definición del papel que la UE quiere jugar en un mundo distinto desde que cayó el Muro

Además, significa comprender que éste sistema se enmarca en un modelo político caracterizado por la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales, seguridad y prosperidad, solidaridad interna y externa, democracias representativas y altos niveles de protección social como prestigio y seña de identidad europea.

Por convertirlo en imagen, Europa como lago político con altos niveles de densidad en derechos y deberes ciudadanos enmarcando unas determinadas formas de planificación y cohesión social.

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El modelo, inspirado en valores de solidaridad, igualdad y justicia, se destaca por una clara vinculación entre desarrollo económico y progreso social apoyándose en economías desarrolladas que generan calidad de vida en porcentajes elevados de la población, regímenes laborales protectores de los trabajadores y Estados de Bienestar desarrollados con altos niveles de protección social.

Una protección, única en el mundo, que proporciona seguridad al ciudadano y contribuye a la estabilidad política y social; atención médica, jubilación, desempleo... Se calcula que gracias a estas políticas, la población en situación de pobreza (menos del 50% de la renta media) se sitúa en el 17% y que sin ella estaría en niveles cercanos al 40% ó 45% del total de la población europea.

En conjunto, el modelo social europeo consolida la apuesta recogida en Maastricht, Ámsterdam y Lisboa mediante el mantenimiento de la subsidiariedad y la potenciación del diálogo social. En la base, un esquema redistributivo que parte de la idea de la solidaridad entre ciudadanos y entre territorios.

En la actualidad, ya se asume en toda Europa la existencia de una importante crisis. Hay crisis en lo económico a la hora de adaptarse a los grandes retos de la economía globalizada por nuestra pérdida de competitividad frente a las economías emergentes y frente a las ya consolidadas. Y ahí, es precisamente donde aparecen los que consideran, con Gran Bretaña a la cabeza, que la competitividad que nos falta la tenemos que ganar mediante la rebaja de la calidad de precisamente nuestro mejor valor añadido; el modelo social.

Otro escenario de crisis está en el desafío de la ampliación por las dificultades para avanzar a 25 ó 27 países desde el punto de vista del proceso de toma de decisiones.

Crisis también en la definición del papel que la UE quiere jugar en un mundo radicalmente distinto desde que cayó el telón de acero, se reconfiguró el orden internacional y se consolidó este proceso de interdependencia y revolución tecnológica que llamamos globalización.

Crisis en lo que se ha venido señalando como sentimiento europeísta concretado en la aspiración de más Europa política y no sólo zona de libre cambio. (Cuando Tony Blair dijo estar a favor de esto en el Parlamento Europeo, su historial le pesaba y no resultó muy creíble. Aun así, los diputados le aplaudieron. Pero, ¿Quien no aplaudiría a Tom Cruise si de repente nos sorprendiera a todos un día y actuara inesperadamente bien? )

En cualquier caso, es posible que ante la situación actual las respuestas se encuentren todavía lejos y bastante tengamos con tratar de ponernos de acuerdo primero en la formulación de las preguntas.

Algunas de ellas podrían ser las siguientes; ¿Cómo vamos a constitucionalizar la UE con más integración política, justo ahora en plena crisis constituyente? ¿Debemos renunciar a ello ya o es precisamente ahora cuando más hay que insistir en Europa como cuerpo político constitucionalizado? ¿Cómo conjugar la orientación del presupuesto comunitario (instrumento importante del modelo social) que propone Blair con la que propone el eje franco alemán? ¿Cómo vamos a hacer frente a los grandes desafíos, incluyendo la quinta ampliación, con porcentajes del PIB comunitario situados en los alrededores del 1,05% si se nos han quedado muchos deberes por hacer con más presupuesto y menos miembros? ¿Qué queremos ser en el escenario de la globalización, una imitación americana en su forma de producción y de redistribución, una mala copia de las potencias emergentes (China, India) mediante la desregulación y la rebaja de nuestras protecciones sociales o una vía valiente que asuma las mejores tradiciones de nuestros Estados de Bienestar? Y si finalmente optamos por el mantenimiento de nuestro modelo social, ¿como vamos a competir en productividad con quienes nos ganan por un lado con salarios más bajos y menos derechos laborales y con quienes nos superan por otro en tecnología incorporada a su sistema productivo? Ojalá que, una vez consensuadas las preguntas, los Jefes de Estado den pronto con las respuestas. Y que el debate sobre éstas no lo gane Tom Cruise.

Eduardo Madina es Secretario General de Juventudes Socialistas de Euskadi.

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