UE: cuando fallan las reglas del juego
FINALIZA EL CURSO con la Unión Europea (UE) en una crisis de identidad permanente. No se trata sólo de que en los últimos meses haya dejado de avanzar -tratado constitucional, perspectivas financieras
ampliación a Turquía-, sino que pasos que parecían más o menos ya dados, como parte del funcionamiento cotidiano, se suspenden con toda normalidad sin que salten las luces de alarma de las autoridades del ramo.
El segundo grupo bancario español, el BBVA, ha pretendido quedarse con el sexto banco italiano, la Banca Nazionale del Lavoro, mediante una oferta de adquisición de acciones. A día de hoy, las limitaciones a ese intento de compra por parte de algunas fuerzas económicas, con la complicidad activa de los reguladores italianos (Banco de Italia), son tan fuertes que la operación está a punto de fracasar. Si es así, el BBVA deberá buscar su estrategia de crecimiento paneuropeo en otros lares, no sin antes hacer unas plusvalías de más de 500 millones de euros. Las autoridades comunitarias han elevado el tono de su voz en busca de criterios para un verdadero marco bancario europeo de competencia, pero poco más. ¿Pueden hacer más? Ello sucede poco después de que el banco italiano Unicrédito se quedase con el alemán HypoVereinsbank (HVP), con el beneplácito de las autoridades de control de ambos países. Dos varas de medir.
No hay semáforos seguros en el mundo de las relaciones empresariales. Las reglas del juego se rompen cada vez que afectan a los intereses nacionales o particulares. Ni en la Unión Europea, ni en Estados Unidos
Antes de que se sustanciase la operación de compra del grupo francés Danone por parte de Pepsico, tercer holding alimentario mundial, las autoridades galas -de uno u otro signo político- han manifestado su reluctancia a esta fusión por absorción. El primer ministro francés, Dominique de Villepin, ha declarado: "Una compañía como Danone es una de las joyas de nuestra industria". Lo que no impide, al mismo tiempo, que otra de las joyas industriales francesas, France Telecom (cuyo principal accionista es todavía el Estado), se disponga a adquirir el segundo operador español de telecomunicaciones, el Grupo Auna, compitiendo con las firmas de capital riesgo que también quieren quedarse con la compañía propiedad del SCH, Endesa y Unión Fenosa. Otra forma contradictoria de entender las reglas del juego, que tantos precedentes tiene en el pasado.
¿Sólo está de los nervios este peculiar capitalismo europeo? Observemos lo que estos días sucede al otro lado del océano. La escandalera política que se manifiesta en Washington por los intentos de compra de la novena petrolera estadounidense, Unocal, por parte del tercer productor de petróleo chino, CNOOC (empresa estatal), ha llevado a inducir a la empresa privada Chevron Texaco (segunda petrolera de EE UU) a elevar su oferta por la rival Unocal. La penetración china en el imperio americano empieza a causar estragos:Haier, fabricante chino de electrodomésticos, se ha retirado de la carrera por la norteamericana Maytag después de que Whirlpool anunciara su disposición a quedarse con la anterior. Todo el mundo recuerda que hace unos meses la empresa china Lenovo (casi desconocida en Occidente) adquirió la división de ordenadores personales a IBM. Un poco antes, el fabricante chino de televisores TLC se fusionó con el gigante francés Thomson, y China Netcom, del sector de las telecomunicaciones, compró la división asiática de la americana Global Crossing, una de las multinacionales afectadas por los escándalos corporativos de principios de siglo.
En 2002, cuando en Italia se discutía si el Estado italiano (capital público) debía entrar en el accionariado del gigante automovilístico Fiat, para salvarlo de la quiebra, el gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio -cercano a Berlusconi, no un peligroso social-demócrata-, declaró: "No es un pecado que el Gobierno intervenga". De acuerdo: dejemos a un lado los sueños visionarios de los neoliberales partidarios sólo de la libertad económica mientras los precios de sus intereses suben. Pero establezcamos unas reglas del juego claras y aplicables para todos.
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