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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Cómodo y manejable

A pesar de su tamaño, el C1 no agobia por dentro y ofrece unas plazas delanteras correctas y una posición de conducción cómoda, con volante regulable en altura. Los asientos tienen unas medidas generosas, todo queda a mano y en ningún momento da la sensación de que se viaja en un coche tan pequeño. Pero lo mejor es que la consistencia se mantiene en la mecánica.

Motor tres cilindros de gasolina

El C1 monta un nuevo motor 1.0 de gasolina muy ligero y económico de origen Toyota: pesa 69 kilos. Tiene sólo tres cilindros, pero rinde 68 CV y, unido a la ligereza del coche, ofrece unas prestaciones aceptables que permiten circular con nervio en ciudad y afrontar sin grandes apuros los desplazamientos por carretera. Sólo desentona el cambio de cinco velocidades: tiene un accionamiento rápido y agradable, pero lleva las marchas muy largas y penaliza el brío y el dinamismo, tanto en ciudad como, sobre todo, en carretera (llega casi a 100 km/h. en segunda).

A pesar de este detalle, se defiende bien en el tráfico urbano, porque responde con elasticidad casi desde 1.500 revoluciones y se estira con rapidez por encima de las 6.000. Como es pequeño, circula con soltura en los atascos. En carretera, la situación cambia. Alcanza la velocidad de crucero sin mucho esfuerzo y llanea muy bien, pero se queda en las subidas y enseguida hay que reducir a cuarta e incluso a tercera, en especial si se va cargado. También se deben calcular bien los adelantamientos porque tarda en lanzarse. Estas carencias exigen elegir la marcha idónea en cada momento y estirarla con decisión más allá de lo ideal, lo que aumenta la sonoridad y rumorosidad mecánica, correcta a bajo y medio régimen.

Al margen de estos detalles, el pequeño motor 1.0 muestra su eficiencia con unos consumos de diésel: gasta unos cinco litros a ritmos suaves y apenas pasa de siete en ciudad y estirando las marchas.

Estable y consistente

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Otro punto fuerte del C1 es el buen equilibrio entre chasis, dirección y suspensiones. Al contrario que otros coches pequeños, transmite sensación de solidez y consistencia porque absorbe los baches casi sin inmutarse y tiene aplomo en trazados rápidos y autopista. Estas virtudes más propias de coches grandes son idóneas para las circunvalaciones de las ciudades, y junto a su manejabilidad completan sus dotes urbanas.

En carretera se conduce con dos dedos porque cuenta con una dirección electromecánica muy precisa que obedece al instante sin transmitir las irregularidades en el volante. En zonas viradas gira con agilidad, balancea lo justo y muestra una estabilidad notable. Y en trazados más amplios se comporta con solidez y no da sensación de inseguridad. Los frenos con ABS permiten frenar en curva sin el menor desequilibrio, pero por ahora no puede montar ni como opción el ESP, un detalle clave que ofrecen rivales más veteranos.

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