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El obispo de Málaga pide a sus docentes de religión el 2% del salario que les paga el Estado

¿Donativo o impuesto? La petición del Obispado de Málaga a sus docentes de catolicismo para que le entreguen una "cuota fija domiciliada" del 2% de sus "ingresos netos", reabrió ayer la polémica que hace apenas dos años costó al episcopado grandes disgustos e, incluso, varias sentencias judiciales. La diócesis que dirige Antonio Dorado aclaró que en las cartas enviadas a cada profesor no se reclama cuota fija alguna, sino una petición de "colaboración". Por el contrario, la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa (Feper) denunció que esas misivas episcopales resucitan "el impuesto revolucionario" de hace años porque quienes no paguen "se juegan su puesto de trabajo, esta vez por desobedientes".

Los profesores de religión católica son contratados y pagados por el Estado, pero seleccionados para cada curso escolar por los obispos, pudiendo perder su trabajo por causas como no ir a misa, casarse por lo civil o irse de copas con los amigos. Cientos de sentencias judiciales han mediado en el conflicto desde que se arbitró este sistema de selección, en 1998. Por lo que se refiere al donativo pedido ahora por la diócesis de Málaga, cuyo prelado es, además, el presidente de la Comisión de Enseñanza en la Conferencia Episcopal Española, dos sentencias de un juzgado de lo Social de Santa Cruz de Tenerife condenaron en 2003 al Gobierno canario a readmitir a dos docentes enviados al paro por el obispo local por no haber pagado, según la sentencia, el "donativo" marcado en aquella diócesis, entonces el 0,6% del salario.

"Tu cuota fija"

El Obispado de Málaga explicó ayer que la carta a sus docentes de catolicismo es una más de las enviadas a otros cristianos pidiendo que colaboren "en el sostenimiento" de la Iglesia. Sin embargo, la misiva a la que ha tenido acceso EL PAÍS incluye un último párrafo que alude explícitamente a los docentes de religión. Dice: "Como profesor/a de Religión Católica estás trasmitiendo este espíritu de solidaridad y comunión a nuestros niños y adolescentes, que son la esperanza del futuro. Aprovecho la ocasión para agradezcerte de antemano tu colaboración, que no es más que el signo de tu compromiso". En un párrafo anterior el obispado concreta cómo debe ser ese compromiso económico: "Lo que pido es tu cuota fija, domiciliada, de la cantidad que estimes razonable (nosotros consideramos que lo justo sería un 2% de los ingresos netos)".

En una nota de prensa titulada Vuelve el impuesto revolucionario de la jerarquía española, la Feper tacha de "clara vejación" las pretensiones del episcopado. "Y el que no paga, qué?", se pregunta el sindicato. Esta es una parte de la respuesta: "Todos a temblar y a pagar, pues se juegan su puesto de trabajo. O sea, a seguir con el servilismo, el miedo, y el terror en una clara vejación del colectivo. La Feper se pregunta si no habrá un solo obispo, valiente y justo, que se desmarque y defienda la dignidad de estos trabajadores".

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