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Reportaje:

El canal de Panamá y su bosque

La vía navegable que cruza el continente americano necesita el agua del lago Gatún, que depende de la salud de la selva

Un mercante entra lentamente en la primera de las Esclusas Miraflores, del canal de Panamá; las compuertas se cierran y la esclusa empieza a bombear, haciendo fluir el agua a la que está más abajo. A los pocos minutos, cuando los niveles de agua se han igualado, las compuertas del otro extremo de la esclusa se abren y el barco avanza hasta la siguiente cámara. Una vez más se bombea el agua, las compuertas se abren, y el barco sale hacia el Pacífico.

Algo más se está moviendo: unos 98 millones de litros de agua, la cantidad que se bombea de las esclusas Pedro Miguel y Miraflores cada vez que un barco pasa por ellas desde o hacia el Pacífico. La misma cantidad se desagua al Atlántico cuando los barcos pasan por las esclusas de Gatún al otro lado de istmo. Así que cada paso de un barco por una esclusa del canal, significa 196 millones de litros de agua. En un día ajetreado pueden pasar hasta 40 veces.

Un estudio mostró en 2000 que se había perdido el 53% de la selva de la cuenca
Cada paso de un barco por una esclusa significa 196 millones de litros de agua

El agua viene del lago Gatún, uno de los mayores lagos artificiales del mundo, creado durante la construcción del canal. El canal depende del lago y de sus aguas, y éstas dependen a su vez de la salud de los bosques de las cuencas de alrededor, pero en las últimas décadas se han perdido la mitad de ellos por la tala y las prácticas agrícolas. Los panameños saben qué sucederá si no se puede suministrar suficiente agua al canal. En el invierno de sequía de 1990-1991, la falta de agua obligó a reducir los pasos por las esclusas a menos de 30 barcos al día.

El canal y los negocios con él relacionados aportan al menos el 40% de la economía del país. Y si los panameños votan por mejorar o ampliar el canal, asunto que se espera que aborden este otoño en un referéndum, la fiabilidad del suministro de agua del lago Gatún será aún más crucial. "Necesitamos el agua para el funcionamiento del canal", dice Reyna Carrillo, una guía de Miraflores. "Sin ella, seríamos la zanja más grande del mundo".

La Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y un grupo de científicos están trabajando juntos para estudiar la hidrología del lago Gatún, restaurar su cuenca y enseñar a la gente que vive allí la importancia de protegerla. El lago se alimenta principalmente del río Chagres, que fue represado durante la construcción del canal. El agua en sí no es problema. En el Chagres desagua una jungla tropical que recibe de las intensas lluvias agua más que suficiente para mantener las esclusas funcionando a plena capacidad.

Pero la lluvia no cae uniformemente a lo largo del año. La mayor parte llega de mayo a diciembre, en chaparrones breves pero intensos. En las laderas arboladas, gran parte de esta agua penetra en la tierra, alimenta lentamente los arroyos de la cuenca y luego pasa al lago Gatún. Pero las laderas deforestadas no pueden absorber las lluvias intensas y las riadas se vierten al lago, desbordan la esclusa Gatún y corren hacia el mar, sin utilidad para el sistema del canal. Mientras tanto, los sedimentos erosionados acaban en el fondo del lago, reduciendo su capacidad de almacenamiento.

Colón y sus hombres fueron los primeros europeos que vieron las imponentes selvas de la cuenca del río Chagres, con sus 1.500 especies de árboles, y los monos aulladores y tucanes y otras criaturas que habitan en ellos.

A pesar de la construcción de un ferrocarril a través del istmo en el siglo XIX y de la finalización del canal en 1914, la selva de la cuenca estuvo más o menos intacta hasta aproximadamente 1950, explica Stanley Heckadon Moreno, investigador asociado del Smithsonian Tropical Research Institute de Panamá. Pero EE UU había construido una autopista a través del istmo. "Enseguida tuvimos 3.000 kilómetros de senderos construidos por madereros y seguidos por ganaderos y agricultores de tala y quema", explica. En la cuenca del Chagres y en la del otro lado del canal, miles de hectáreas de selva cayeron ante los machetes y las sierras mecánicas.

Cuando se devolvió el canal a Panamá, "se tenía la creencia de que 'ahora esta zona es nuestra, podemos entrar en ella", explica Luis A. Alvarado Kinkey, hidrólogo y director de la división medioambiental de la ACP. "Empezaron a talar la selva para hacer pastos a un ritmo alarmante". La deforestación alcanzó su punto álgido en la década de los ochenta, afirma Robert F. Stallard, geólogo del Smithsonian. En 2000, Heckadon y sus colegas completaron un estudio mediante imágenes por satélite y reconocimientos del terreno y descubrieron que se había perdido el 53% de la selva de la cuenca.

El Gobierno panameño contrató a Heckadon para que estudiara el asunto en los años ochenta, cuando formó un grupo de estudio de científicos y expertos técnicos para evaluar la salud y el futuro de la cuenca fluvial. "Una de las principales conclusiones fue el imperativo absoluto nacional de proteger los bosques que sobrevivían", dice Heckadon. Y se fundó el Parque Nacional Chagres, que ocupa unas 50.000 hectáreas, aproximadamente un tercio de la cuenca fluvial del canal. Pero las cosas no fueron bienal principio y la deforestación continuó.

Por fin las cosas empezaron a cambiar. Heckadon, que se convirtió en el primer ministro de Medio Ambiente del país, dice que se dio un paso importante cuando los principales bancos panameños dejaron de financiar los ranchos ganaderos que talasen la selva para pastos. Y con la devolución del canal en 1999, el Gobierno volvió a intervenir para ampliar las áreas protegidas de la cuenca fluvial.

Ahora, dice Alvarado, solamente se pierden al año cantidades mínimas de cuenca por la deforestación. Pero otros señalan que los organismos oficiales carecen de dinero o personal suficientes para vigilar los parques y que la tala y quema continúan, aunque a menor escala.

Por eso la ACP y otros organismos han emprendido campañas para educar a la población rural sobre la importancia de proteger el paisaje forestal. También hay campañas para restaurar paisajes dañados. La ACP ha lanzado un programa de cooperación con varias instituciones y universidades extranjeras para estudiar formas de proteger la cuenca del canal y restablecer su vegetación autóctona.

© The New York Times.

La región del canal de Panamá se aprecia en el mapa tridimensional realizado con los datos tomados desde el transbordador espacial <i>Endeavour.</i>
La región del canal de Panamá se aprecia en el mapa tridimensional realizado con los datos tomados desde el transbordador espacial Endeavour.NASA

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