Un suicida hace explotar su carga junto a un camión de gas y mata a 60 personas en Irak

Al menos 60 personas perdieron la vida y otras 85 resultaron heridas en la noche del sábado en Irak cuando un suicida hizo explotar la carga que llevaba adosada a su cuerpo junto a un camión de reparto de gas doméstico. El vehículo se encontraba estacionado junto a una mezquita y un mercado al aire libre en Mussayeb, una ciudad chií a 60 kilómetros al sur de Bagdad. Se trata del atentado aislado más sangriento desde septiembre de 2004, cuando 49 aspirantes a policía y civiles murieron en la explosión de un coche bomba en una zona céntrica de la capital iraquí.

Una inmensa bola de fuego devoró dos casas, destruyó numerosos puestos del mercado y dañó gravemente la mezquita. La violencia de la explosión provocó escenas terribles: gente escalando por las fachadas de las viviendas afectadas para salvar a sus hijos del incendio y otros buscando a los suyos en medio de hierros retorcidos, restos humanos y piezas del vehículo.

El camión de reparto de gas doméstico se había detenido sobre las ocho de la tarde en un barrio popular de Mussayeb. La gente se aproximó para comprar sus bombonas cuando un hombre detonó la carga explosiva que llevaba adosada a su cuerpo. Cerca del lugar se encuentra un puesto de la policía iraquí y un cuartel de las tropas estadounidenses, pero ni los agentes iraquíes ni los soldados norteamericanos se hallaban en el lugar en el momento de la explosión, por lo que ellos no podían ser el objetivo del ataque. Fue un atentado indiscrimado contra civiles.

Otras 20 personas fallecieron ayer en distintos otros ataques en Bagdad y Mosul, al norte. El más serio de todos ellos sucedió en la localidad de Eskanderiya, a 60 kilómetros al sur de Bagdad, al estallar un coche bomba conducido por un suicida: causó 10 muertos.

En Amara, también en el sur, fallecieron tres soldados británicos, según anunció ayer un portavoz del Ministerio de Defensa de Reino Unido. Una bomba estalló al paso del vehículo militar, lo que eleva a 92 el número de fallecidos británicos en Irak desde el inicio de la guerra, en marzo de 2003.

El balance de la semana ha puesto de manifiesto que la insurgencia mantiene incesante el flujo de activistas dispuestos a convertirse en mártires. Según los servicios de inteligencia occidentales la mayoría de estos suicidas proceden del mundo árabe y de radicales que viven en Europa.