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Reportaje:

Flores y semillas frente al humo

La Junta prueba en centros de salud la eficacia de métodos alternativos para dejar el tabaco

A Loli Colorado el primer cigarro se lo ofreció su hermana cuando apenas tenía 16 años. "Me envició a cambio de que no me chivara a mis padres". Ha fumado durante casi 30 años, a un ritmo de paquete y medio diario, hasta que, hace cinco meses, probó el que, de momento, ha sido su último pitillo. Asegura que no tiene ansiedad, que controla la agresividad que sentía en otros fallidos intentos y que apenas ha ganado peso. En el abandono del tabaco, ha tenido como aliadas esencias florales y semillas puntiagudas de una planta. Métodos alternativos que ha encontrado en el mismo centro de salud donde está empleada como limpiadora.

Loli es una de los más de 250 participantes gaditanos en un proyecto de investigación que coordinan sanitarios de Málaga para probar la eficacia de los distintos métodos para dejar de fumar. Los resultados, que se esperan conocer dentro de dos años, podrán aclarar cuál es la fórmula idónea y dónde se debe invertir dinero público. A las técnicas más habituales de productos sustitutivos de la nicotina como parches o la formación de grupos de ayuda y apoyo psicológico, se le suman iniciativas más novedosas en España, aunque de larga tradición en China: la colocación en la oreja de semillas de la planta baccaria o la ingestión de gotas con la esencia de tres flores distintas.

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Gotas y toques de oreja para reducir la ansiedad

"Decidí probar, aunque yo dudaba de que unas semillitas y una gotitas fueran a quitarme del tabaco", reconoce Loli. No era la primera vez que trataba de dejar de fumar. Hubo veces que decidió cortar por lo sano. No lo consiguió. Probó suerte con la reducción progresiva de cigarros. No la tuvo. Y también tomó pastillas. Le sentaron fatal. Desde hace cinco meses, cuando inició la terapia de semillas y flores, no fuma.

Loli trabaja en el centro de salud Puerto Sur, de El Puerto de Santa María (Cádiz), donde tres enfermeras y un médico coordinan los programas de deshabituación del tabaco. En grupos de unas 10 personas, los fumadores se reúnen en siete sesiones una vez a la semana. Allí se les colocan seis semillas en las orejas. Al tener forma puntiaguda, son clavadas como las agujas en la acupuntura. "Les decimos que tienen que tocarse esos seis puntos tres veces en el día", explica la adjunta de enfermería, Asunción Rubio, quien reconoce que, al final, cada uno toca las semillas muchas más veces. Le pasa a Loli. "Si tengo ansiedad o siento agresividad me llevo la mano a la oreja", confiesa. Esta técnica se combina con gotas de tres flores distintas que se colocan bajo la lengua. Sirven para reducir el nerviosismo y eliminar el síndrome de abstinencia.

Los responsables del programa aseguran, no obstante, que las semillas y flores no actúan solas. Para que funcionen el fumador tiene que estar concienciado. Loli explica que estaba harta de respirar mal por las noches, de no poder subir una escalera sin descansar, de tener un permanente mal sabor de boca. Problemas que, en cinco meses, asegura que se han eliminado. Pero también reconoce que en esta batalla, de momento ganada, ella ha puesto mucho de su parte. "Tienes que estar convencido y yo lo estaba. En el mundo, no hay nada milagroso. Sólo la Virgen de Lourdes y únicamente se presentó una vez. Y yo ni la vi".

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