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Los promotores musicales se asocian en defensa de sus intereses

Los promotores musicales vascos piensan que no se les tiene en cuenta en su justa medida y no se sienten suficientemente valorados. Ni ellos, como empresarios, ni el producto que manejan, la música en vivo. Por eso 22 de ellos, prácticamente la mitad de los agentes dedicados a la producción de conciertos, aunque calculan representar el 85% del volumen total de negocio del sector, han decidido unirse y constituir la asociación EUPREL, Euskal Promotores Elkartea.

Se dice que la unión hace la fuerza, y los empresarios han decidido sumar energías en pos de un mayor reconocimiento, fortalecimiento y profesionalización de la música. "En este país el amateurismo a nivel artístico ha quedado atrás hace mucho tiempo", defiende Aitor Narbaiza, portavoz de una asociación cuyo nacimiento, tras un año de gestación del proyecto, él mismo considera reflejo de "un proceso de maduración del sector".

"En Euskal Herria hay infraestructura, sitios donde dar conciertos de todo tipo. Hay profesionales, como agencias, representantes y mánagers que trabajan desde aquí, y con grupos de aquí. Hay empresas de sonido, de iluminación. Ese sector de la industria de la música vasca existe, y se mueve de manera profesional, pero no sabemos si el sector público es consciente de que existe y tiene que tener un tratamiento profesional", expone Narbaiza.

Reclamar atención

Amparados en el "volumen industrial y económico" de su actividad, los promotores reclaman mayor atención a sus problemas. Entre otras cuestiones, estiman que la música en directo necesita una mayor presencia en Euskal Telebista, y que ellos deben ser "interlocutores directos" de programas, como Euskadiko Soinuak, creados por el Gobierno para la promoción y exportación de música.

Asimismo, sostienen que no tiene sentido realizar el estudio del sector de la música en vivo previsto en el Plan Vasco de la Cultura si no se cuenta con su colaboración. Y Aitor Narbaiza pone de manifiesto un contrasentido: "Contamos con la mayor infraestructura que hemos tenido en Euskal Herria, pero muchos centros se están abriendo de espaldas a los profesionales. Para hacer un campo de golf llaman a un profesional, como pueda ser Ballesteros u Olazabal, pero para abrir un centro cultural o un teatro no nos tienen en cuenta a nosotros, que somos los que luego los sufrimos. Porque los arquitectos contratados para realizar esas infraestructuras no tienen en cuenta para qué están destinadas, o no conocen cuáles son sus problemáticas".

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