Una tregua a los padres

"Echo de menos mi PlayStation". Frases como ésta se oyen a menudo en los campamentos de verano repartidos por Andalucía. Son los niños de la nueva generación, enganchados a la informática, la televisión y el teléfono móvil. Los campamentos son para ellos una salida de la monotonía de la ciudad a la que están acostumbrados.

Cada vez es más frecuente que ambos padres trabajen y que, por tanto, no puedan compartir los dos meses de vacaciones de sus hijos, por lo que muchos recurren a los campamentos de verano.

Máximo Sepúlveda, técnico responsable de los campamentos de verano de Inturjoven, institución dependiente de la Junta de Andalucía, explica que la demanda de este tipo de actividades para niños ha ascendido en los últimos años. "Existen más programas para la franja de entre los 7 y los 11 años, porque es el tramo de edad en el que los padres solicitan más plazas", explica Sepúlveda.

La Junta organiza 20 campamentos con turnos de siete a quince días para grupos de 50 niños y adolescentes durante los meses de julio y agosto. Unos 1.000 menores disfrutan en ellos cada verano. Además, hay otras 25 empresas inscritas en el registro de Turismo Activo controlada por la Junta. Pero existe otro gran número de empresas, asociaciones e instituciones que organizan campamentos juveniles cada verano sin estar apuntados en ningún registro y, por tanto, sin estar sujetos a las inspecciones y controles de la Administración. "Estar registrado implica unas garantías: seguros para los niños, calidades en los servicios, titulación de los monitores, etcétera", explica el responsable de Inturjoven. Aún así, nunca han trascendido problemas en la Comunidad que hayan llevado a la Administración a cambiar la legislación sobre este tema. "Como no ha pasado nada grave, seguimos así. Esto es la selva", insiste Sepúlveda.

Carmela Jiménez, de 28 años, ha trabajado como monitora de tiempo libre 11 veranos y nunca ha visto nada que la lleve a pensar que existe peligro en los campamentos. "He estado en públicos y privados, y nunca me he encontrado con una movida fuera de lo normal", afirma.

Un campamento más

Jiménez es en esta temporada la monitora jefa del campamento de verano que Inturjoven organiza en Mazagón (Huelva). Allí conviven tres grupos de unos 50 niños cada uno, aunque sólo uno de ellos está organizado por esta institución.

En este campamento se realizan, sobre todo, juegos y deportes acuáticos, como el piragüismo o el baño en la playa, tareas creativas, rutas y excursiones. En general, se practica una gran variedad de actividades en los campamentos públicos y privados. Especialización en inglés o en música, deportes acuáticos, equitación, actividades deportivas o naturaleza son algunos de los ámbitos en los que más se trabaja. "Las actividades las adecuamos a las edades de los niños. Más o menos son las mismas, pero con una orientación u otra, según el caso", explica la monitora jefa de Mazagón.

Aunque, a veces, no consiguen adaptarse a la mentalidad de los niños de hoy. "Nosotras queremos salir por la noche y bailar el reguetón", afirma una niña de 13 años con la aprobación de sus amigas.

Los 50 niños que se alojan en las tiendas de campaña de estas instalaciones proceden de Castilla-La Mancha, gracias a un convenio de intercambio entre la Junta de Andalucía y el Gobierno manchego. La próxima semana llegarán otros grupos procedentes de diferentes puntos de la comunidad andaluza.

La mayoría de estos 50 chicos, de entre 11 y 14 años, lo está pasando muy bien. "Los profesores son geniales", señala Marta, de 11 años. Para muchos, los primeros días fueron duros, pero pasados éstos, algunos dicen que "no se acuerdan ni del nombre de sus padres", aunque otros admiten que utilizan el móvil cada día para hablar con la familia.

Ahora, es más difícil que los menores olviden sus hábitos, como el uso del ordenador, el vídeojuego o el teléfono móvil. "Los niños son mucho más urbanos y es más complicado sorprenderlos", afirma Carmela Jiménez. Sin embargo, la monitora está segura de que en los últimos días del campamento "los críos olvidan la PlayStation".

Jiménez explica que en el trato a los niños existe una filosofía diferente a la de hace unos años. "No fomentamos la competitividad como ocurría antes. Hace cinco años se votaba a la niña y al niño más guapo, ahora eso es impensable. Como mucho, se elige al compañero con el que les gustaría volver el año próximo".

Además, se ha modificado el sistema de comidas. "Antes intetábamos que los niños se lo comieran todo. Pero ahora no insistimos. No vamos a conseguir lo que no logran sus padres", dice Carmela Jiménez. La alimentación se basa, fundamentalmente, en las cosas que prefieren los chicos: fritos, pasta y, algunas veces, verdura.

Lo que más les gusta lo tienen muy claro: "Lo mejor es la playa", exclaman muchos de ellos a coro.

Más información: www.inturjoven.com