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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buena química

Como Cuando Harry encontró a Sally, la cosa va aquí de una pareja cuyos encuentros y desencuentros van puntuando el desarrollo de la trama. Como tantas otras comedias amorosas contemporáneas estadounidenses, se trata de proponer lo de siempre (chico encuentra chica, la pierde, la recupera, la pierde, y así unas cuantas veces) con un envoltorio diferente y con una pareja que funcione más o menos atinadamente. Y como ocurre en la comedia desde que el género es género, se trata de mantener la atención del respetable en cada momento específico del filme, toda vez que el final no puede ser otro que el que el espectador imagina cuando comienza la peripecia. Pero también hay algo más, ese inefable algo más sin el cual jamás se hablaría en buenos términos de una película así.

EL AMOR ES LO QUE TIENE

Dirección: Nigel Cole. Intérpretes: Amanda Peet, Ashton Kutcher, Kathryn Hahn, Sarah Ann Morris. Género: comedia romántica, EE UU, 2005. Duración: 107 minutos.

El amor es lo que tiene presenta a una pareja resultona, la que forman el sanote, deportivo y un pelín armario Ashton Kutcher y la encantadora, adorable Amanda Peet, no ya una estrella juvenil como fue hasta hace poco, sino un pedazo de actriz bendecida incluso por el gran Woody Allen, que le reservó un papel de brillo en Melinda y Melinda. Las cosas entre ellos funcionan, entre otras cosas porque, como querría la comedia clásica, ella luce mucho más inteligente y decidida que él (el primer encuentro entre ambos no tiene literalmente desperdicio, aunque recuerde a... Emmanuelle, quién lo diría: es ella la que toma las riendas de todo lo que pasa, sexo incluido), y porque él, como todos los héroes masculinos del género, tiene un proyecto... algo así como hacerse rico en el modesto, reducido plazo de siete años.

Pero tiene también el filme otras cosas. Por ejemplo, una buena dirección de actores, comenzando por sus omnipresentes protagonistas; por ejemplo, la propuesta de un prototipo masculino que enlaza con una suerte de imaginario colectivo femenino muy de estos tiempos -él es tierno, un poco patoso, bastante niño, divertido y bueno, amén de resultar honesto, emprendedor y serio-. Por ejemplo, una lección de vida nada desdeñable, que consiste en reactualizar el viejo carpe díem horaciano: de qué sirve, parecen decir el director, Nigel Cole, y sobre todo el guionista, Colin Patrick Lynch, tener un sesudo plan para triunfar en los negocios si la vida va discurriendo ante tus ojos sin que tú mismo te des cuenta.

Y tiene, en fin, un sentido del ridículo que hace que ninguna situación dure lo que debe y que la pone a salvo de ñoñerías y sentimentalismos... muchos méritos como para desdeñar un producto de un género tan poco estimulante en los últimos años.

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