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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Antón Patiño Regueira, librero, pintor y poeta

Antón Patiño Regueira, que falleció el pasado miércoles en Vigo y ayer fue enterrado en el cementerio de Monforte de Lemos (Lugo), era oficialmente librero. Pero además de serlo (era propietario de Librouro, quizás la librería gallega de referencia, fundó la Asociación de Libreros de Galicia y promovió la Feria del Libro en Vigo) fue una fuerza telúrica -o dionisiaca- de la naturaleza a la hora de poner en marcha cualquier actividad cultural en el sentido más amplio del término, personalmente o para ayudar a otros. "Antón Patiño Regueira, librero y señor", lo describió el pintor Urbano Lugrís.

Nacido en A Coruña en 1919, Patiño se formó en las sociedades libertarias y librepensadoras -Germinal, Resplandor en el abismo- que florecieron en la ciudad gallega en los años anteriores a la Segunda República. Exiliado a Buenos Aires en busca de oxígeno político y para poder casarse con la que fue desde entonces su compañera, Munda Pérez Sobreira, allí se introdujo en los círculos de intelectuales del galleguismo republicano (Luis Seoane, Eduardo Blanco-Amor, Ramón Otero Pedrayo, Celso Emilio Ferreiro).

A su regreso a España, a mediados de los años sesenta, trajo con él los prohibidos textos teóricos del nacionalismo y publicó por su cuenta la edición de bolsillo del más relevante de todos ellos, Sempre en Galiza, de Alfonso Daniel Castelao. Distribuyó desde Librouro todos estos libros, junto con los de Ruedo Ibérico y cualquier edición antifranquista. Fue también artífice del regreso a España de Eduardo Blanco-Amor y del éxito editorial de su novela más conocida, A esmorga.

Pero la energía de Patiño Regueira no se agotaba en los libros. Padre del pintor Antón Patiño, suegro de la pintora Menchu Lamas y tío del también artista Reimundo Patiño, fue asimismo un aplicado paisajista (firmaba sus obras Patiño o vello) y centró los últimos años de su vida en la poesía: compuso más de doscientas elegías -que denominaba Prantos- a sus amigos muertos. Fundó decenas de asociaciones micológicas por toda Galicia; fue un destacado filatelista; empeñó tiempo y esfuerzos en organizar encuentros de curanderos de Galicia y Portugal, y editó varios libros con las experiencias relatadas en ellos.

Los últimos actos públicos en los que participó, el pasado mes de abril, fueron las presentaciones en A Coruña y en Monforte de Lemos de su libro Memorias de ferro (A Nosa Terra, 2005), un retrato de todos aquellos compañeros de juventud librepensadora -a los que el llamaba los no alzados- asesinados pese a que, como dejó escrito, "sólo estudiaban y debatían para mejorar el mundo". Que fue lo que Patiño, que logró sobrevivir, hizo.-

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