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Reportaje:GREC 2005

Una ciudad en movimiento

'Días de danza' ocupa espacios de la ciudad, acerca el baile al público y transforma el paisaje urbano

Las ciudades están en continua transformación y en cada uno de sus rincones se suman las historias que la humanizan y distinguen. Este fin de semana, bailarines y coreógrafos se han apuntado a ese movimiento y están cambiando el paisaje urbano de Barcelona con los lenguajes de la danza. La propuesta se enmarca en Días de Danza -que forma parte del Festival Grec-, que durante tres días reúne a 22 compañías que presentan sus espectáculos aprovechando las posibilidades ofrecidas por diversos espacios públicos de la ciudad.

Lejos de la rigidez que imponen los teatros y auditorios, los espacios abiertos permiten a los asistentes rodear los escenarios y participar de manera directa en la representación. El bailarín francés Nam Letoan opina que estos espacios rompen con la frontalidad que tradicionalmente ha impuesto una barrera entre actor y espectador. "La proximidad del público obliga al coreógrafo a ser preciso, la danza es totalmente emocional y la comunicación es continua", explica el director del festival, Juan Eduardo López.

El Jardín de las Esculturas, en la Fundación Miró, es uno de los espacios polivalentes en los que el público interactúa con el bailarín. Damián Muñoz comienza su espectáculo y, ante el asombro del público, pide a los asistentes que le envíen un beso. Lo atrapa y juega con él hasta hacerlo formar parte de su danza. El césped y las baldosas del jardín sirven a la compañía catalana Senza Tempo para representar las casillas del juego de la oca. Su espectáculo está en la frontera entre el teatro y la danza, juega con la sorpresa y el humor.

La sesión inaugural del viernes contó, entre otros, con el espectáculo Arts Àngels, de la compañía Nats Nus. Sobre el escenario del Pati de les Dones, varios bailarines huyen de un haz de luz que les alumbra. Desaparecen entre la multitud y, ante la sorpresa del público, sus imágenes continúan la escapatoria proyectadas en las paredes del CCCB. Es un buen ejemplo de cómo la danza puede fusionarse con el espacio urbano, del encuentro entre la más antigua de las artes y la más efímera.

A menudo la creatividad de los artistas resulta contagiosa y algunos espectadores improvisan coreografías de manera espontánea tras los espectáculos. Anna Farré, miembro de un grupo de danza de aficionados en el barrio de Sants, destaca la originalidad de las propuestas del festival. "Hasta ahora nuestras coreografías eran muy tradicionales, pero los espectáculos me han abierto la mente, me han descubierto otras formas de expresión" explica. A juicio de Ivanna Campos, alumna de danza contemporánea en Área, todavía es necesario potenciar este arte en la ciudad, pero, en su opinión, iniciativas de este tipo "permiten que la danza salga a la calle, juegue con los espacios urbanos y dé movimiento a la ciudad".

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