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Columna
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Ne me quitte pas...

Desolada, leo en la prensa que el cocinero Isma Prados deja su programa de TV-3 Cuina x solters. La terrible noticia me pilla desprevenida y supone para mí un mazazo (o, por decirlo a modo del nuevo columnismo, supone un mazazo de agua fría). Siempre he sabido que nuestro Isma no reinaría eternamente en los mediodías de la televisión, pero aún no estaba preparada -nunca estás preparada- para una partida así.

Por desgracia, aunque no podremos olvidar jamás creaciones suyas como ese excelso Dry Martini con una ostra dentro, la ausencia de Isma no afecta a la gastronomía. Y aunque no podremos olvidar jamás sus sorprendentes camisetas y delantales, la ausencia de Isma no afecta tampoco a la moda de vanguardia. Perder a Isma supone sobre todo perder al consejero más importante de nuestras vidas. Al psicólogo, al padre, al amigo, al hermano, a la versión moderna del Conde Lucanor. Con la marcha de Isma, perdemos los inigualables consejos que nos ofrecía entre receta y receta. Los esperábamos con una mezcla de perplejidad y deseo. Para algunos, los consejos de Isma -siempre por sorpresa- eran el momento más apacible de la jornada. Todos recordamos el día -qué día tan hermoso fue- en que nos dijo: "Si podéis escoger entre ascensor y escaleras, escoged las escaleras...". Y, sí, de acuerdo, la patente del consejo tal vez no es suya. Tal vez el comunicador Torreiglesias, presentador del gran Saber vivir, ya nos había hecho una revelación así. Pero, ¿acaso no está ya inventado todo?

Llena de nostalgia, recuerdo ese otro mediodía en que su consejo, lo digo sin exagerar, cambió mi vida y la de tantas personas. Dijo así (cito de memoria): "En el coche tenéis que llevar siempre bombillas de recambio". No podré olvidar estas palabras de Isma por años que pasen. Recuerdo también ese otro día en que, mientras nos preparaba un germinado de alfalfa, se preguntó si nuestro jardín era sostenible. A veces, sus consejos eran tan generosos que no le importaba tirar piedras sobre su propio tejado. Como el día en que nos recordó que no es obligatorio ver la tele y que, a veces, la mejor opción era apagarla. Ese día, seis millones de catalanes nos quedamos sin saber cómo terminar la receta, porque si una cosa tenía Isma era poder de convicción sobre nosotros.

Ahora que ya no hay nada que hacer, confesaré que esperaba la siguiente temporada de Cuina x solters con una mezcla de esperanza y terror. Yo -y como yo, ustedes- soy consciente de que Isma podía haber llegado muy lejos aconsejando. Tal vez demasiado. (Y supongo que los directivos de TV-3 también habían pensado en ello). Yo temía (pero también deseaba) que, una vez agotados los consejos sobre cómo regar, cómo conducir o cómo gastar menos luz, Isma hubiese seguido, por ejemplo, con los consejos sexuales. Le he imaginado muchas veces diciendo: "Y mientras se acaba de cocinar el pescado, quiero recordaros que los preservativos rugosos son mucho más placenteros para nuestras penetraciones. ¡Ah! Y no olvidéis que en el mercado tenemos una gran variedad de crema espermicida". También podría habernos dicho: "En el intercambio de parejas, lo más importante es la comunicación y la higiene...". Isma, en fin, podría haber terminado por aconsejarnos cómo reaccionar en caso de ataque de un Rottweiler o en caso de pérdida de despresurización del avión. Una temporada más e Isma hubiese podido comentarnos, mientras se emulsiona el eneldo, qué hacer en caso de inminente impacto de meteorito.

moliner.empar@gmail.com

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