El teatro irreverente de Dario Fo

Cuando en 1997 la Academia Sueca otorgó el Premio Nobel de Literatura a Dario Fo, los cimientos del Vaticano se tambalearon un poco y las gentes conservadoras del mundo se rasgaron las vestiduras. Por primera vez en muchos años, los académicos suecos ofrecían su distinción a un dramaturgo, pero en el caso del artista italiano se trataba de un homenaje a una concepción del teatro como cultura transgresora y liberadora. Cuando ya se acerca a los ochenta años, Dario Fo (Varese, 1926) ha cubierto una trayectoria que lo ha llevado a transitar por todas las facetas del teatro, desde la interpretación a la dirección, desde la dramaturgia al ensayo. Esa entrega a los escenarios ha estado marcada por una divisa que el Nobel ha resumido de este modo: "Para el pueblo, el teatro ha sido siempre el medio principal de expresión, de comunicación, pero también de provocación y de agitación de ideas. El teatro era el periódico hablado y dramatizado del pueblo".

Desde que en 1944 escribiera su primera obra, Fo ha intentado heredar y seguir esa tradición del teatro como un arte popular y para ello ha empleado un lenguaje directo e iconoclasta, divertido en las formas y reflexivo en el fondo, que entretiene y al mismo tiempo hace pensar. Un teatro, en definitiva, que deja huella en unos espectadores que no son tratados como simples mirones, sino como partícipes de un espectáculo. Esta concepción teatral ha triunfado en escenarios de todo el mundo desde hace décadas, un éxito que prueba el carácter universal de sus obras. Cuando llegó la concesión del Nobel, el autor italiano era ya un viejo conocido para los buenos aficionados españoles al teatro, que habían asistido a representaciones de piezas como Muerte accidental de un anarquista o Aquí no paga nadie, pero para el público en general no pasaba de ser un ilustre desconocido. Como en tantas otras ocasiones, el Nobel sirvió de magnífico altavoz de su obra y las representaciones de sus textos se multiplicaron en España, incluida una espléndida adaptación para la actriz Charo López de Tengamos el sexo en paz. Para mayor alegría de sus seguidores, el teatro de Fo ha sido ampliamente traducido al español en los últimos años, incluso en versiones de bolsillo, como los dos títulos que ha publicado Siruela: Misterio bufo y No hay ladrón que por bien no venga. La primera obra es la más famosa del autor italiano y condensa lo mejor de su investigación sobre teatro popular, al tiempo que reivindica la figura de los juglares medievales. Frescura, irreverencia e ironía resumen aquí, una vez más, lo mejor de su teatro.

]]>Misterio bufo.]]> Dario Fo. Siruela. 134 páginas. 8,50 euros. ]]>No hay ladrón que por bien no venga y otras comedias.]]>Dario Fo. Siruela. 239 páginas. 9,50 euros.