Cercas dice que la ironía en la novela refleja la realidad más compleja
Javier Cercas predica con el ejemplo: si él mismo protagoniza de algún modo sus novelas, llenas de ironía; en los actos públicos da la sensación a veces de parecer uno de sus personajes, además de brillar su sentido del humor. Ayer lo demostró al presentar su última novela, La velocidad de la luz (Tusquets), en la Casa del Llibre de Valencia. No en vano, afirmó que "es imposible concebir la novela sin ironía", porque es un género "esencialmente irónico". La ironía refleja "la realidad más compleja" y actúa como "antídoto contra el fanatismo".
La ironía está presente también en esta novela, pero mucho menos que en anteriores. En La velocidad de la luz narra cómo un tipo "tan idealista y culto como cualquiera puede incurrir en el mal". La idea de esta absorbente novela le surgió cuando observó a un amigo, un antiguo profesor y ex combatiente en Vietnam, mirando a unos niños jugar a la pelota. "¿En qué estaba pensando un tipo así? Fue la chispa inicial de la novela", comentó. Luego, sucedió el éxito - "que siempre es fruto del azar", apostilló- de Soldados de Salamina y alimentó su ideal original con otros argumentos en los que se atisban aspectos de su biografía mezclados con ficción. Tanto es así que siempre surge la pregunta de qué es verdad y qué es mentira en sus novelas.
Cercas aludió a una conversación con su presentador, el "extraordinario" poeta valenciano Carlos Marzal, inscrito en la llamada poesía de la experiencia: "A un poeta nunca se le pregunta si lo que escribe es verdad o mentira". Añadió que el yo de sus novelas es "algo poético" y una máscara "para decir todo". Por otro lado, rechazó de plano que pueda definirse Soldados de Salamina como literatura de la equidistancia. Explicó que políticamente está claro su posicionamiento republicano; y moralmente, es "indispensable entender", también a un joven idealista y falangista, por ejemplo. "Además, el novelista tiene la obligación de indagar en la complejidad humana", concluyó.
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