Cita con Maragall
Ya va siendo hora de que el presidente de la Junta, Manuel Chaves, aclare si quiere o no restablecer el eje Andalucía-Cataluña, invento que tanto fervor le causó cuando alumbró este proyecto de acuerdo con Pasqual Maragall. El presidente de la Generalitat no hace más que llamar a las puertas de San Telmo con el fin de celebrar un encuentro en el que tratar de consagrar, de forma definitiva, un entendimiento de mínimos en torno al debate territorial. Tras la ruptura que se evidenció de forma clara y rotunda durante el discurso de Chaves, en la celebración del 28-F, los socialistas andaluces se cuidaron mucho de poner tierra de por medio con respecto a las pretensiones del líder catalán.
La propuesta de reforma del Estatuto de Maragall, solucionando, de paso, según sus intereses, un nuevo sistema de financiación autonómica, significó el punto de ruptura casi total con un Chaves que representa, a ojos de todos los españoles, la ortodoxia y la mesura ante los tirones nacionalistas. De algo ha tenido que servir el toque de atención dado, porque al catalán parece que se le han bajado los humos. Reconocen ahora que tienen un grave problema de comunicación y si bien parece que quieren rectificar, admitiendo que no pueden negociar sólo y exclusivamente de forma bilateral un nuevo sistema de financiación al margen del resto de comunidades, lo cierto es que su proceso de reforma del Estatuto no marcha tan bien como esperaban. Incluso han detectado más resistencia de la que se creían en Ferraz y hasta en el seno del PSC.
Es por ello que un planteamiento que cuente con el visto bueno de Chaves, a la postre presidente del PSOE, solucionaría mucho las cosas. Aun así, debe tener cuidado el líder andaluz con los cantos de sirena que le puedan llegar desde tierras catalanas y procurar ser fiel a ese principio que repite machaconamente y que señala que no consentirá que una comunidad determinada consolide privilegios con respecto a las demás. Ése es el equilibrio que debe guardar hasta el punto de que no puede disimular el escaso entusiasmo que le causa la posibilidad de una nueva foto en Sevilla con Maragall.
Nuevo encuentro
De todas formas, puede que esta semana ambos mandatarios fijen un nuevo encuentro para julio subrayándose así la importancia que los catalanes le dan a dicho mes para tratar de cumplir el calendario que se habían marcado. El mismo contemplaba la aprobación de un nuevo Estatuto ya reformado para el mes de septiembre. Sin embargo, a nadie se le escapa que cada día que pasa las diferencias entre los distintos partidos son mayores, con lo que se dificulta notablemente que se cumplan estas previsiones.
Ya se habla de que habría que posponer su aprobación, cuanto menos, para el mes de octubre. Son cábalas que, en todo caso, se tienen que tener en cuenta en Andalucía para fijar, también, su propia estrategia en la tramitación de su reforma estatutaria por aquello de la ya famosa teoría de "las traineras" aludida por el integrante de la ejecutiva federal del PSOE Alfonso Perales.
A pesar de todo, habrá que esperar a la conclusión del debate sobre el estado de la comunidad, envite para que el se prepara a fondo Chaves, quien tiene que afrontar el particular drama que supone el hecho de que los destinatarios de sus reproches, críticas y hasta propuestas de acuerdo están fuera del Parlamento como ocurre con Javier Arenas (PP), Diego Valderas (IU) y Julián Álvarez (PA).
Esta circunstancia está siendo más problemática de lo que se pensaba. Todo lo que se habla y se acuerda en la Cámara viene a ser papel mojado ante la falta de consistencia de los interlocutores señalados, incapaces de asumir el más mínimo compromiso sin el permiso de sus jefes, de ahí la importancia que tiene la convocatoria de Chaves a cada uno de los líderes para retomar el diálogo con el fin de dar un impulso al debate estatutario.
Vienen a decir que está obligado a hacerse más de una foto con ellos y, sobre todo, con Arenas, para que las cosas salgan adelante.
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