Una protesta con porrazos y final abierto
Iberpotash, propietaria de las minas del Bages, se abre al diálogo tras el inicio accidentado de una semana de huelga
Nada hacía presagiar que la protesta de los mineros de Iberpotash fuera a terminar con un esperanzador reencuentro entre empresa y trabajadores en la mesa de negociación, el jueves. La cosa había empezado a porrazos.
Unos 200 trabajadores, que se habían trasladado de las instalaciones de Sallent-Balsareny hasta las de Súria, donde se hallan las oficinas de dirección, intentaron entrar en ellas a la fuerza. Y se encontraron con que los Mossos d'Esquadra les impedían el paso.
Los mineros no cejaron en su empeño, ni la policía en su compromiso de mantener la seguridad dentro de la empresa. El encuentro de unos y otros acabó con los uniformados porra en mano. Hubo momentos de tensión, pero el varapalo duró cosa de un minuto.
Después, el ambiente de Súria fue de calma tensa; los mineros impedían el acceso de vehículos a la empresa, pero sin nuevos choques. Los trabajadores se quejaron amargamente del exceso en la carga de los Mossos, que acabó con tres heridos de cierta gravedad (una fractura de brazo, un herida en la barbilla y una brecha en la cabeza) y cuatro contusionados.
Los mineros de Sallent-Balsareny se quejan de la política de la empresa, que en los últimos meses ha despedido a 14 personas alegando absentismo laboral, y hasta ayer no hubo ningún diálogo. Pero, por primera vez, la dirección se comprometió a dar una respuesta el próximo jueves a la plataforma reivindicativa que les entregó el comité de empresa, aunque, según los representantes de los trabajadores, se reafirmó en los despidos. En la reunión se permitió la entrada a cinco sindicalistas que se reunieron con João Carrello, consejero delegado europeo de Iberpotash.
Josep Farras, miembro del comité de Sallent, explicó que lo más positivo del encuentro fue poder arrancar a la empresa el compromiso "de valorar los puntos que el comité ha presentado a la dirección". La preocupación de los mineros no se centra sólo en la readmisión de los despedidos, sino en lograr un compromiso de la empresa para dar viabilidad a la "abandonada" explotación de Sallent. Iberpotash subraya su vocación de continuidad recordando los 107 millones de euros invertidos en la zona y ha ofrecido diálogo a los trabajadores "sobre la base de una discusión por separado de los planes para conseguir la viabilidad de la compañía y el absentismo laboral", que la empresa cifra en el 17%. La empresa atribuye al absentismo el 50% de las pérdidas (60 millones en cuatro años). A pesar del diálogo a la vista, Máximo de la Corte, presidente del comité, cree que "no hay motivos de esperanza".
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