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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desertificación

Un tercio de la población mundial vive en tierras consideradas secas, amenazadas en parte por la desertificación, lo que implica que este problema puede potencialmente afectar de forma directa a una porción sustancial de la sociedad y, de forma indirecta, a toda ella, según un último informe de la ONU. La desertificación responde a causas naturales, pero éstas se combinan, y a veces resultan amplificadas, con otras derivadas de la actividad humana, en una compleja interacción difícil de desentrañar.

Parece claro, a juicio del informe de la ONU, que las prácticas agrícolas exhaustivas en terrenos secos, con desaparición de la masa forestal y el agotamiento de los acuíferos, o el aumento de la población en lugares de frágil equilibrio ambiental, se cuentan entre las razones, achacables al hombre, de que los desiertos avancen. La desertificación afecta, aunque no de forma exclusiva, a los países más pobres, y la pobreza engendra más desertificación a través de la búsqueda de alimento, agua, leña o productos agrícolas para consumir o para vender, en una espiral peligrosa.

Las medidas regenerativas son muy costosas y de dudoso éxito, por lo que las acciones que tienen más sentido son las preventivas, actuando sobre la agricultura y los recursos vegetales y de agua dulce. Pero la lucha contra la desertificación no es algo distinto, sino un aspecto más, del combate contra la pobreza y la ignorancia. Es irrazonable exigir que no se exploten hasta el agotamiento determinados recursos naturales a poblaciones que viven en la pobreza extrema si no se les dan los medios para que salgan de ella. Como tampoco es posible ningún resultado duradero si las poblaciones más afectadas no han recibido la educación suficiente para entender la gravedad de la situación y las medidas que se pueden tomar para evitarlas.

España es un país industrializado, pero se encuentra en la frontera entre las tierras secas y las húmedas, hasta el punto de que cerca de un tercio de su territorio podría convertirse en un desierto. Sería imprescindible que se terminara de aprobar el programa nacional contra la desertificación, que lleva años en preparación, y se diseñen las medidas legislativas, educativas y económicas para hacer frente a la degradación del territorio.

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