Los emblemáticos almacenes La Samaritaine de París echan el cierre
Signo de los tiempos. Los grandes almacenes La Samaritaine, un emblema de París, cerraron sus puertas el miércoles por razones de seguridad. El edificio de estilo art déco construido en 1905 a orillas del Sena se ha degradado y podría arder "en siete minutos", según su director Philippe de Beauvoir. Es necesaria una renovación total que puede durar seis años. "La estructura metálica del edificio no cumple las normas, el piso, tampoco, y el sistema eléctrico y de salida de humos también incumple la reglamentación", añadió.
Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), el mayor grupo mundial de lujo y propietario del edificio, anunciará el 28 de junio el calendario de la reforma. De Beauvoir apuntó que el estudio puede alargarse tres años y que serían necesarios otros tres de obras. LVMH ha asegurado a sus trabajadores que no habrá despidos y que seguirán cobrando. De las 1.450 personas que trabajaban en el almacén, 750 son empleados del grupo y el resto, de las marcas que ocupaban sus espacios que, supuestamente, serán trasladados a otros centros. De los primeros, la mitad seguirán acudiendo cada día al edificio.
Los sindicatos sospechan que éste es sólo un primer paso para cerrar La Samaritaine, comprada por LVMH en 2001 y que en los últimos años ya no era el lugar en el que se podía encontrar "de todo", lema de la casa, sino que se había especializado en productos cosméticos y de vestir. El almacén fue fundado por un vendedor ambulante llamado Ernest Cognacq, que abrió en 1870 una tienda de paraguas cerca del Pont Neuf. Se casó con su dependienta, Louise Jay, y el negocio creció como la espuma, así que en 1905 construyó un centro de 70.000 metros cuadrados repartidos en cuatro edificios.
LVMH limitó la actividad al edificio principal y alquiló los tres restantes, aparentemente sin problemas estructurales, a otras firmas, como Zara. Ésta es una de las razones por las que los trabajadores creen que el destino final es el cierre y para convertir el edificio en una tienda de lujo o en un hotel con vistas a los Juegos Olímpicos de 2012 por los que lucha París.
El miércoles, La Samaritaine se llenó hasta los topes y probablemente alcanzó ventas poco habituales. La gente se quedaba las bolsas como recuerdo. A última hora, cuando las puertas se cerraban, unos 300 trabajadores se negaron a abandonar su puesto, secundados por un buen número de clientes. La rebelión duró unas horas. A las diez de la noche los últimos de La Samaritaine abandonaban el lugar. Varios cientos de empleados se reunieron frente a la sede de LVMH para pedir explicaciones, pero la dirección se las negó.
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