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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El debate que no cesa

Soledad Gallego-Díaz

El debate interno en los órganos de dirección y barones del Partido Socialista respecto a la inclusión de la palabra "nación" en el proyecto de estatuto de autonomía de Cataluña, tal y como repetidamente ha anunciado el Gobierno tripartito de Pasqual Maragall, no ha amainado, por más que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, haya dicho esta semana que esa definición de Cataluña no le causa "personalmente" ningún problema.

Lo que importa, aseguran quienes son contrarios dentro del PSOE a sustituir "nacionalidad" por "nación" no es lo que Rodríguez Zapatero estime "personalmente", sino lo que decidan los expertos constitucionalistas que se tendrán que pronunciar al respecto.

Los dirigentes del PSOE están convencidos de que la fórmula que se incluya en el Estatut aparecerá también, después, en casi todos los otros estatutos

"Y si se le escucha con atención, eso es precisamente lo que está diciendo el presidente del Gobierno. Que todo depende de lo que digan esos expertos", asegura un destacado dirigente socialista. Y añade que, desde su punto de vista, no es nada seguro que los expertos admitan finalmente la expresión "Cataluña es una nación", porque esa definición ya está acuñada de forma inequívoca en el artículo 2 de la Constitución referida a España.

Quienes se muestran "más comprensivos" con la exigencia del tripartito catalán mantienen que la propuesta llegará finalmente al Congreso de los Diputados formulada en el preámbulo del Estatut y rodeada de alguna otra cautela, del tipo "la nación catalana se constituye en comunidad autónoma", "la nación catalana, dentro de lo estipulado en la Constitución española..." o términos parecidos.

Unos y otros reconocen que, si finalmente los expertos encontraran una fórmula o vía indirecta que permitiera, técnica y jurídicamente, pasar de nacionalidad a nación, lo más seguro es que, automáticamente, otras comunidades autónomas reclamaran la misma definición para sus propios estatutos.

"Lo mejor sería que para ese momento ya estuviera aprobado el nuevo estatuto de Andalucía, porque, si no, va a ser muy difícil mantener que Andalucía es una nacionalidad, mientras que Cataluña, País Vasco y Galicia pasan a ser naciones", reconoce un parlamentario andaluz. "Si Cataluña se define en su estatuto como nación, con todas las cautelas que se quiera, no habrá nadie que pueda impedir que los propios socialistas andaluces terminen pidiendo lo mismo para el preámbulo de su estatuto", admite un dirigente nacional.

"¿Como reaccionarán los nacionalistas catalanes o vascos ante la extensión de ese concepto a otras comunidades?", se interroga el mismo dirigente. "Puede suceder que al final de todo el camino andado no se haya resuelto nada", comenta, con cierto pesimismo.

En muchos círculos socialistas se quejan de "falta de información real" sobre el desarrollo del borrador de Estatut. "No tenemos información cierta sobre sus contenidos", asegura un parlamentario implicado en cuestiones autonómicas. "Sobre todo, no estamos seguros de si se va a mantener una mención al sistema de financiación ni en qué terminos".

Prestigio

Lo que muy pocos discuten es que el prestigio político de Pasqual Maragall no está en su mejor momento dentro de la organización socialista. El presidente de la Generalitat, según la crítica que formula en privado un dirigente socialista instalado en la sede central del partido, en Madrid, "no ha conseguido asentar su fuerza política dentro del tripartito". "Peor aún", se lamenta, "se encuentra en una posición de debilidad mayor que al principio, porque no ha sabido aprovechar el tiempo de gobierno para aumentar su poderío en el electorado catalán, presentando un abanico de actuaciones más amplio".

Tampoco ha suscitado mucho apoyo o admiración la línea o estrategia que ha diseñado el presidente de la Generalitat en relación con la propia negociación del borrador de Estatut. Sus críticos afirman que la línea que está siguiendo tiene coste allí y aquí, en Cataluña y en el resto de España, en un contexto en el que la estabilidad "de ellos y de nosotros" depende de acuerdos con nacionalistas.

"Políticamente no se puede decir que su estrategia haya sido un gran acierto ni que haya reforzado al PSOE o al PSC", admite con calma otro importante dirigente del Partido Socialista, "pero también hay que reconocer que Pasqual Maragall se mueve en un entorno muy complicado, con CiU y con Esquerra Republicana (ERC) muy activas, azuzándose una a la otra sin parar".

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