La quinta provincia
UNA VEZ CERRADOS esta noche los colegios y escrutadas todas las papeletas, no bastaría con que el PP perdiese la mayoría absoluta -38 escaños- del Parlamento autónomo para afirmar con rotundidad que la coalición poselectoral formada por el Partido dos Socialistas de Galicia (PSG-PSOE) y el Bloque Nacionalista Galego (BNG) había ganado los comicios. Ese primer recuento sólo estaría blindado frente a las sorpresas si la candidatura de Fraga quedase situada en la parte inferior de la horquilla adelantada por los sondeos. La causa de esa incertidumbre es la relevante influencia sobre las urnas gallegas de los emigrantes, capacitados para votar en las elecciones legislativas, autonómicas, municipales y europeas: los sufragios enviados por correo desde el extranjero no serán escrutados hasta el 27 de junio. En las autonómicas de 1997, los votos del exterior privaron de un escaño al BNG para dárselo al PP; los populares confían ahora en arañar hasta dos parlamentarios (así ocurrió en las autonómicas de 2001) gracias al sufragio emigrante, mientras que el BNG anuncia que sólo cantaría victoria si las listas de Fraga no llegaran a obtener 35 escaños.
A menos que el PP sufra una sonora derrota en el escrutinio de esta noche, será necesario aguardar al recuento del voto de los emigrantes inscritos en el Censo de Electores Residentes Ausentes
El colectivo de los gallegos que viven habitualmente en el extranjero y reúnen las condiciones requeridas para ser elector suma actualmente 305.000 personas, esto es, un 11,6% del total de votantes potenciales de la comunidad autónoma; sólo en Argentina residen alrededor de 100.000. Los titulares de ese derecho de voto a distancia están inscritos en un registro denominado Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA), que ha triplicado sus efectivos desde 1993 debido, en parte, a la flexibilización de los requisitos exigidos a los descendientes de españoles para adquirir la nacionalidad. La participación del CERA en los comicios apenas rebasa el 25%.
Desde la época de la diáspora iniciada hace más de un siglo, la colonia emigrante ha sido llamada la quinta provincia de Galicia. Esa gráfica expresión, sin embargo, no se ajusta exactamente a la realidad electoral, estructurada en las cuatro divisiones de la cartografía geográfico-administrativa oficial.Dado que los sufragios procedentes del CERA deben ser imputados obligadamente para su contabilización a cada una de esas cuatro circunscripciones, la incidencia de los votos sobre el último escaño provincial -atribuido al partido con mayores restos, de acuerdo con la mecánica del sistema D'Hondt- puede resultar decisiva. Reforzado por el efecto desigual de los mecanismos correctores de la proporcionalidad para el conjunto de Galicia, el peso del voto emigrante en Ourense (un 19,1%) es capaz de modificar fácilmente el primer escrutinio. Si se tomase como único criterio el precedente de las anteriores autonómicas, la lista de Fraga sería potencialmente preferida por el sufragio exterior; en 2001, los emigrantes votaron a favor del PP en porcentajes superiores al 51,3% del cómputo global: 69,6% en Ourense, 69,2% en A Coruña, 65,98% en Pontevedra y 64,8% en Lugo. De acuerdo con ese criterio, las posibilidades de arramblar in extremis con el último escaño atribuido esta noche inicialmente a otro partido son mayores para el PP que para sus competidores.
La Xunta ha cuidado como un feudo propio el mundo de la emigración -existe incluso una consejería al efecto- durante el largo mandato de Fraga, infatigable viajero (como prueba su visita al Cono Sur en vísperas de los comicios) por tierras americanas con fines electoralistas. Las escasas garantías para la captación, emisión y envío del voto emigrante, el sospechoso crecimiento galopante del CERA y el uso partidista del dinero público destinado por la Xunta a metas asistenciales se inscriben dentro de la trayectoria del caciquismo gallego tradicional, incluida la práctica de hacer votar a los muertos. La petición del PP a la Junta Electoral para que designe interventores en el aeropuerto de Barajas y en las oficinas de Correos a fin de vigilar las sacas procedentes de América Latina revela la susceptibilidad paranoica de un jugador tramposo con larga experiencia de trucar la ruleta o marcar las cartas que proyecta sobre los demás sus propias maliciosas intenciones.
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