_
_
_
_
LA COLUMNA | NACIONAL
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hay salida

Josep Ramoneda

¿LOS LÍDERES europeos están realmente por la construcción política de Europa? Tanto el modo en que se planteó la Constitución como la pasividad con la que han reaccionado al rechazo francés y holandés dan motivos para dudarlo. La redacción de una Constitución, dice Craig Calhoun, "es una acción que un grupo emprende conjuntamente". Ante la dificultad de constituir este grupo -un demos europeo- se prescindió de él, se dejó la implicación de la ciudadanía para el final. El resultado está a la vista. Y dado que el complejo político-mediático está muy mayoritariamente a favor del sí, cabe sospechar que el no subyacente es todavía más grande que el no expresado.

La Unión Europea tiene serios déficits democráticos. Y ahora están aflorando todos. Sin llegar a hablar de despotismo burocrático o de tiranía centralizada como hacía Larry Siedentop, es cierto que la Comisión gobierna desde la lejanía del club cerrado; que el Parlamento tiene poca capacidad de control del Gobierno, y que el papel importante del Tribunal Europeo y del Tribunal de Cuentas no son suficientes para impedir que sean los Gobiernos nacionales los que controlan por completo las instituciones de la Unión. Estos Gobiernos han creído que suplían la falta de un demos europeo global y la ciudadanía les ha dicho que no.

Europa está permanentemente sometida a las tensiones entre los distintos gobernantes que, a menudo, confunden su interés personal de permanecer en el poder con el interés general de su país. Así se explican situaciones escandalosas como que toda Europa esté condenada a una parada política de dos años porque el presidente Chirac no ha querido dimitir y no tiene elecciones hasta 2007. Si Europa quiere crecer en democracia y legitimidad respecto a los Estados que la componen es necesario constituir un demos único y otorgarle la última palabra. Los demos no caen del cielo, se construyen. Para su formación es importante un mínimo denominador común de referencias culturales y valores. Pero es esencial que la política contribuya empujando hacia un proyecto compartido.

¿Hay salida política a la actual crisis europea? Seguro, siempre que gobernantes y ciudadanos tengan real voluntad de avanzar en la construcción del entramado político europeo. Si hay que hacer una Constitución -la actual no sirve porque ha sido rechazada y porque sólo es un tratado- lo más razonable sería convocar elecciones para que la ciudadanía elija una asamblea constituyente, a sabiendas de que sus representantes son elegidos para esta tarea. Una vez el nuevo Parlamento hubiera elaborado y aprobado un texto, el proceso debería completarse sometiéndola a un referéndum único en todo Europa: primer acto de un demos único. Si la ciudadanía volviera a decir no, entonces sería legítimo pensar que el rechazo es a la Europa política y que hay que volver atrás. Pero hay momentos en que es difícil avanzar sin comprometer a la ciudadanía. El despotismo democrático tiene sus límites. La elección de un presidente por sufragio universal -si así lo estableciera la Constitución- sería la culminación de un proceso que habría contado con la ciudadanía desde el primer instante.

Algunos dirán que este planteamiento es absolutamente utópico. Para los políticos es incluso tabú. Yo creo que debería ser la idea regulativa que guiara los próximos pasos a dar, porque me temo que la alternativa es la regresión nacionalista. Dicen que Europa no está madura para entrar en esta fase. Desde luego, la mejor manera de que no madure es dejar pasar los años y que la fractura entre burocracia europea y ciudadanía siga aumentando, entre otras cosas porque los electores no sienten a sus gobernantes nacionales como transmisores de sus desvelos, sino como una casta cargada de intereses de clan. La democracia representativa es la única forma de democracia viable en las sociedades complejas. Pero se ha escorado demasiado del lado de los representantes. Aunque la apatía política crece entre una ciudadanía absorbida por sus problemas personales, agravados por el desconcierto de un tiempo de mudanza, los electores han dejado sentir su voz -más moral que política- antes de que la democracia se desdibuje en el reino de la indiferencia.

Ciertamente el arte de la política es el sentido de la ocasión. El rechazo de la ciudadanía a la Constitución ofrece una oportunidad. Pero, por supuesto, hay que querer y saber aprovecharla. Y lo que se echa de menos en nuestros gobernantes es la voluntad de construcción de una Europa política que les permita convertir el impasse actual en momento fundacional. Es la capacidad de transformar las crisis en oportunidades lo que diferencia a los grandes políticos de los simples burócratas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_