Hacienda gastará 60.000 euros al mes en alquilar oficinas tras el incendio de su sede
La Diputación confía en que la investigación de los hechos se cierre este fin de semana
La Diputación guipuzcoana gastará unos 60.000 euros mensuales en alquilar oficinas en cuatro inmuebles de San Sebastián en las que ubicará a los 314 trabajadores de la Hacienda foral que se han quedado sin lugar de trabajo tras el incendio que destruyó el domingo la torre en que tenía su sede. El fuego fue provocado presuntamente en la noche de ese día por Manuel Ignacio Apaolaza, uno de los vigilantes de seguridad del edificio, 15 horas después de matar de un tiro a su jefe Florencio Parra. Apaloza se suicidó supuestamente el lunes.
El diputado general, Joxe Joan González de Txabarri, precisó ayer que el gabinete de crisis que organizó tras el siniestro ha dado prioridad a la reinstalación de todos los servicios de Hacienda y prometió que en un mes se hallaran "a pleno rendimiento en sus instalaciones provisionales". De hecho, ayer mismo 112 personas, el 36 % de la plantilla, trabajaban ya "con normalidad". El diputado confió en que en la primera semana de julio el 94% de la plantilla ya hayan sido reubicados en las nuevas oficinas.
La campaña de declaración del IRPF, considerada prioritaria por la Diputación, no se ha resentido por lo ocurrido, recalcó González de Txabarri, quien anunció que el plazo de presentación no se prolongará después del 27 de junio. El servicio se ha mantenido hasta el punto de que el martes pasado, en plena confusión por lo sucedido, se realizaban las devoluciones correspondientes a las declaraciones del viernes anterior.
Respecto a la investigación de lo sucedido dentro de la torre, la Ertzaintza continuaba ayer trabajando en busca de indicios, tanto en el entresuelo como en la primera planta, las dos únicas del inmueble a las que no se permitió el acceso a Txabarri y un grupo de altos cargos forales que a última hora de la mañana inspeccionó por vez primera el estado de las oficinas. La Diputación confía en que la Ertzaintza concluirá la investigación este fin de semana y, en diez días, se pueda levantar el secreto del sumario.Los responsables forales guipuzcoanos se mostraron ayer muy optimistas después de realizar la primera inspección ocular del interior del edificio de Hacienda incendiado. Acababan de constatar que la torre de once pisos y su equipamiento interior, tanto informático como mobiliario, no ha resultado tan dañado por el fuego y la intervención de los bomberos como inicialmente temieron.
Hicieron además una segunda constatación: no se registraron ataques "selectivos" contra documentación o expedientes importantes entre los que alberga la torre de Errotaburu. Toda la información de los contribuyentes "está prácticamente intacta, en los mismos despachos, a excepción de unos pocos", según precisó el diputado foral para la Fiscalidad y las Finanzas, Juan José Mujika, uno de los altos cargos que realizaron la inspección.
Mujika calificó de "grata sorpresa" la visita, ya que esperaba encontrarse con daños más graves. Reconoció, eso sí, que "impresiona ver destrozado el lugar donde has trabajado dos años". Su propio despacho estaba situado en la séptima planta, una de las más dañadas por las llamas.
La conclusión inicial que adelantaron el diputado y sus acompañantes tras recorrer el inmueble es que será posible "recortar considerablemente" el plazo de 18 meses que apuntaron al inicio como necesaria para la completa rehabilitación del edificio. Aunque corresponderá a los servicios forales de Arquitectura evaluar el estado actual de la torre, González de Txabarri se aventuró a apuntar que podrá estar de nuevo operativa mucho antes que lo que se supuso en un principio.
El diputado general se felicitó por el comportamiento del edificio y su excelente respuesta ante los diferentes focos de fuego. "Las barreras de incendio que tiene diseñadas internamente han funcionado a la perfección y ha respondido excepcionalmente a todas las intervenciones de agua, por lo que ningún fuego ha traspasado de una planta a otra, ni hacia arriba ni hacia abajo", señaló. Sólo la sexta planta fue inundada a propósito para contener las llamas que se avivaron en la séptima planta la mañana del lunes.
González de Txabarri destacó como dato relevante la "obsesión por el cristal" que mostró el presunto autor del siniestro. Destrozó los cristales de los pasillos, las pantallas de unos 300 ordenadores, las pantallas acristaladas de las fotocopiadoras de cada una de las plantas e incluso los cristales de los marcos de fotos privadas y familiares que se encontraban sobre muchas mesas de trabajo, así como la mayoría de las lunas de los vehículos oficiales aparcados en el garaje del edificio.
Le apodaban 'El libretos'
A Manuel Ignacio Apaolaza, el vigilante que presuntamente disparó en la nuca a su superior, Florencio Parra, antes de destrozar y prender fuego al edificio de Hacienda, sus compañeros de profesión le apodaban El libretos por su afición a recoger por escrito y de forma exahustiva todo tipo de incidencias, tanto en materia personal como profesional.
Según han manifestado algunos de sus colegas que coincidieron con él a lo largo de sus 15 años de trabajo como vigilante de seguridad, los partes de incidencias que realizaba Apaolaza duplicaban habitualmente en extensión a los que hacen sus compañeros en un estilo casi telegráfico. Los acompañaba, además, de precisiones, sugerencias y recomendaciones personales que explicarían su longitud y dieron pie al apodo con el que le conocían. También tenía la afición de recoger por escrito diálogos textuales o discusiones con sus compañeros, a los que tiempo después, solía recordárselos.
Nacido en Zizurkil hace 41 años, Apaolaza creció sin padre y muy apegado a su madre, quien murió hace algo más de un año. Según testimonian compañeros suyos, su obsesión por acumular turnos de trabajo que le permitieran ganar tiempo para cuidar de su madre enferma en estos últimos años le ocasionó serios conflictos en la anterior empresa donde trabajó y de la que fue despedido. Tiempo después fue contratado por la empresa Sabico, encargada de la seguridad de la institución foral, en cuya vigilancia había trabajado años atrás.
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