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Columna
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Poluciones diurnas

Vicente Molina Foix

El padre Sempere era un jesuita beatífico que, en el colegio alicantino donde pasé el bachillerato, nos guiaba el espíritu a los chicos, dejándose él guiar por una manía: las poluciones. "¿Has sufrido poluciones nocturnas?", solía preguntarnos individualmente, comparando luego nosotros, a la salida de la confesión, no el volumen de las poluciones sino la cantidad de veces que el padre Sempere había insistido: "¿Cada cuánto las tienes? ¿Te ensucias mucho?". Era un cura melifluo y untuoso, con una boca un poco leporina, razón por la que los alumnos le llamábamos sin mala intención El Conejo. El Conejo nos purificaba, pero luego venía la clase de literatura, dada por un hombre inteligente y apuesto, el padre P. (he decidido no practicar, de momento, el outing, ni siquiera entre el estamento eclesiástico). El padre P. creía fervientemente en la transmisión personalizada de las enseñanzas: nos metía mano a los niños mientras explicaba el Siglo de Oro, y quizá por eso siempre he asociado las rimas sacras del Fénix de los Ingenios a unos dedos subiendo por la entrepierna.

Pasó el tiempo, me hice adulto, llegué a Madrid, y reaparecieron aquí las poluciones, que en este caso no eran seminales sino atmosféricas. La nube de partículas borrando al atardecer el hermoso cielo de la capital. Últimamente, sin embargo, está de moda la polución diurna de corte ideológico. El pasado 4 de junio vi desde mi ventana cómo se formaba una, ya que vivo cerca de la glorieta de López de Hoyos donde comenzó la manifestación de Víctimas del Terrorismo y Amigos del PP. Al día siguiente, otra, un poco más alejada pero no menos concurrida, pidiendo para Madrid los Juegos Olímpicos de 2012. Con los números concretos soy fatal, pero mientras oía por radio las estimaciones de participación dadas por Ruiz-Gallardón, yo especulaba en abstracto: ¿cuántos manifestantes del sábado repitieron el domingo? ¿Se hizo la bandera de los tres kilómetros de longitud con los trozos juntos de las anticonstitucionales del día anterior? Luego resulta que el Comité Olímpico está disgustado con el nivel de polución acústica de nuestra ciudad.

Instalados en la lujuria de las calles y el coreo, el PP extendió unos días después su radiación a Salamanca, donde el eslogan más repetido fue "Carod, cabronazo, baja tú a por los legajos". La verdad, el padre P. nos enseñaba a nosotros a versificar con más arte, aunque claro, en Salamanca el maestro de ceremonias fue Alfonso Ussía, cuyos hábitos sexuales presumo intachables, pero tiene el oído poético de una piedra del pleistoceno.

Mañana hay otra. Y de nuevo, apoyando al insondable Foro Español de la Familia que la convoca, los extremos se tocan: el Vaticano y el PP. El conocido eje del nacional-catolicismo (cómplice, entre otros desmanes históricos, de los crímenes de Franco) en su flamante retorno de los brujos. No voy aquí a insistir en la sinrazón de este acto ofensivo para los derechos civiles de millones de ciudadanos españoles, donde irán de la mano el espíritu de la iglesia tridentina y el revanchismo aznarista que se ha apropiado del primer partido de la oposición. ¿De la mano? Esa mano del sacerdocio católico, que tantos niños llevan estampada en su más íntima piel.

Tengo amigos homosexuales que creen en Dios y votan al PP. Ya ven ustedes qué manga más ancha. Todos están enfurecidos ante el hecho de que Rajoy, con fervor mariano, haya pedido, por boca de Acebes, ese ángel, la asistencia de sus fieles a la manifestación contra las bodas gay. Pero uno de esos amigos es muy gráfico en su malhumor: el PP, dice, se ha bajado los pantalones ante el báculo obispal. Hay una derecha tan civilizada como ingeniosa, ya se ve. Y por haber hay hasta una Plataforma Popular constituida por homosexuales y lesbianas militantes del PP. Su portavoz, Carlos Alberto Biendicho, ha declarado, haciendo honor a su apellido, que la Plataforma, igualmente indignada, está considerando dar nombres de altos dirigentes de su partido con doble aunque semioculta militancia: peperos y maricones. Puestos al outing, hay quien aventura que podría incluso revelarse el nombre del periodista fundador de una mítica revista ácrata (después renacida en el seno de la derecha), hoy hombre in péctore de Rajoy. Pero quizá esa noticia no pase de ser una polución. Informativa.

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