_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La foto

Francisco Camps ha vuelto a incumplir la promesa que hizo cuando accedió a la Presidencia de la Generalitat y adquirió el compromiso de comparecer semanalmente ante las Cortes para responder a las preguntas de la oposición sobre la acción de su Gobierno. Han sido muchas las ocasiones en que ha faltado a su palabra. De todas ellas, las más clamorosas han sido a propósito del caso Fabra. En febrero de 2004, Camps consiguió que la mesa de las Cortes dejara de tramitar las preguntas sobre el asunto planteadas por el diputado de Esquerra Unida Joan Ribó. A finales de abril de ese mismo año, Ribó volvía a plantear el tema en las Cortes en una situación doblemente incómoda para Camps. Por un lado, la fiscalía acumulaba indicios sobre Carlos Fabra por varios delitos contra la administración pública. Por otro, Camps recurría a los apoyos de Fabra para conseguir el control interno del PP regional en el pulso que mantenía con los zaplanistas. Unos pocos días después, durante la campaña de las elecciones europeas de 2004, Ángel Sánchez conseguía una inquietante fotografía de ambos políticos. La imagen era todo un retrato de la situación. Camps aparecía mirando a Fabra mientras esbozaba una animosa sonrisa. Parapetado detrás de sus gafas negras, es difícil saber hacia dónde miraba Fabra. Su rostro no encaraba el del presidente, que aparecía de perfil. Fabra con la cara girada hacia la cámara, apenas dejaba traslucir con condescendencia una medio sonrisa. Lo más curioso de la imagen era la disposición de las manos. No era el habitual de un saludo. Camps posaba su mano izquierda sobre la espalda de Fabra, mientras ambos estrechaban la diestra, formando un puño y enlazando los pulgares. La fotografía evocaba directamente a ciertas imágenes del cine americano, de forma que no nos hubiera sorprendido que el papel de Carlos Fabra hubiera sido interpretado por un Robert de Niro con gomina y papada. En cualquier caso lo más sorprendente de la imagen captada por Ángel Sánchez era la nitidez con la que desmentía el escalafón administrativo. El Diari Oficial de la Generalitat Valenciana dirá que Francisco Camps es el presidente de la Generalitat y Carlos Fabra, el de la Diputación de Castellón. La fotografía retrataba quién tenía realmente el poder. El caso Fabra ha vuelto estos días a la palestra y no es de extrañar que esta fotografía haya servido ahora para ilustrar la reacción de Camps después de que trascendiera que la Agencia Tributaria había denunciado al presidente del PP de Castellón ante la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia por un supuesto delito contra la Hacienda Pública. La declaración de Camps, asegurando que "nadie va a demostrar nada" contra Fabra, parece también sacada del cine negro americano. El jueves Camps se quedaba solo en las Cortes Valencianas tras negarse a dar explicaciones sobre las actuaciones de Fabra, mientras goteaban las irregularidades del que fuera presidente del Instituto Valencianos de Finanzas (IVF), José Manuel Uncio. Camps ha alcanzado el ecuador de la legislatura en una situación más que borrascosa. De poco servirá la remodelación del Consell que prepara, en la que, aseguran, sacrificará a una consellera fiel para liquidar a dos zaplanistas. La oposición no va a cejar en su empeño sobre Fabra y previsiblemente pedirá una revisión de las cuentas del IVF y luz y taquígrafos sobre las tarjetas de crédito oficiales de todos los cargos públicos. En esta situación, los recargos de impuestos sobre la gasolinas no son el mejor bálsamo político.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_