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Columna
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Invisibles

La comisión que ha investigado irregularidades en los distritos de Sevilla ha sido un gran pajar donde todos han terminado sentándose en el sitio donde estaba la aguja. Por ello el asunto está a punto de finalizar con todos los protagonistas con una hinchazón en el culo. El PSOE aceptó su creación tras descubrirse dos facturas por valor de 4.800 euros que no pagaron obra alguna. Y asumió una dimisión por cada 2.400 euros. El resultado final está siendo espectacular. Dos dimisiones antes de empezar la investigación y dos dimisiones antes de terminar las conclusiones. Las últimas son las de los ediles del PA, Paola Vivancos y Rafael Carmona, que fueron a por lana y salieron trasquilados. Era previsible. Los dirigentes del PA de Sevilla nunca creyeron que fuera a haber comisión. Tenían razones. De un lado, por si se ampliaban los barrios. De otro, porque cuando vives de la bisagra, no puedes correr el riesgo de cerrarte una de las dos puertas de tu futuro político. Ha habido facturas falsas para todos, incluida las cuatro que supuestamente involucran a ex concejales del PP. El partido que logró ser el primero en dos cosas. En pedir la comisión de investigación y en abandonarla. En presentar dimisiones, ya sólo puede ser el último. Al final cada uno ha investigado al otro. Y la conclusión es que quién no tenga una factura falsa, que encuentra la primera piedra de la obra que no se hizo y la enseñe.

Hay un cuento infantil de Hans Christian Andersen que relata la historia de un emperador muy presumido que gastaba todo su dinero en trajes y telas muy caras. A la ciudad en la que vivía llegaron un día unos farsantes que se hacían pasar por sastres y que ofrecían telas hermosas e inimaginables para hacer vestimentas que eran invisibles para todos aquellos que fueran tontos. Y que sólo los listos podían ver. El emperador encargó un traje y ninguno de sus ministros quiso descubrir el engaño, a riesgo de parecer tonto. Tampoco el emperador. Ya que si aceptaba que era tonto dejaba de ser emperador.

La comisión sobre el distrito Macarena ha demostrado que en este barrio de Sevilla se hicieron obras invisibles, que sólo un tonto no las puede ver. Que la invisibilidad por tontuna afectó también a otras obras que distintos gobiernos de la capital andaluza realizaron y que se pagaron dos veces, de lo bien hecha que estaban. Y que hubo concejales que vieron calles asfaltadas que no se asfaltaron y dos farolas donde sólo se levantó una. Habrá que reconocer, sin embargo, que en Sevilla se ha hecho una comisión de investigación porque se detectaron irregularidades. Comisión de investigación que es invisible en Cádiz por la gestión de la Zona Franca y en Málaga por el caso Agüera. Visto lo no visto el asunto queda ahora en manos de la Justicia. Esa que se tapa los ojos para ser imparcial y a veces lo único que consigue es no ver nada. La que coloca en un lado de la balanza 30.000 viviendas irregulares en Marbella y en el otro una casa ilegal de 35 metros en Cártama, y termina siendo está última la primera en demolerse. Con el beneplácito de las administraciones. Ya que hay leyes que son más ley en un sitio que en otro. En resumen, otra ocasión en la que para que el emperador pase por listo a muchos se nos queda cara de tonto.

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