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DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
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Con el terrorismo no se juega

Un escalofrío odioso y reconocible se apodera del ánimo cuando se ve a los populares tan resueltos a repetir una bronca que ensayaron con éxito hace algunos años y ahora escenifican para recuperar lo que perdieron

Víctimas

Del terrorismo, todos. Primero, los muertos y sus allegados, sus amigos y conocidos, los que siguen en el punto de mira del terror y sus escoltas, los familiares de los escoltas y sus amigos y conocidos, etc. Pero también las fuerzas armadas y la sociedad civil en su conjunto, y no sólo en los territorios del norte. Cualquier paseante de playa alicantina puede verse relleno de metralla en un día cualquiera de sus vacaciones de verano. En la manifestación del otro día en Madrid llamaba más la atención la facundia de los jerifaltes del PP, en activo o en pasivo, que el número de participantes en el recorrido o el tenor parafascista de algunas pancartas. Repetiré las palabras de Pilar Manjón ante la comisión de 11-M: "¿De qué se reían sus señorías?". Pues ahora trataban de reírse de los esfuerzos del Gobierno socialista por terminar de una vez con tanta infamia. Y lo hacían más contentos que unas pascuas, como si Aznar, Acebes y Rajoy estuvieran celebrando los carnavales de la libertad.

Los críticos feroces

El otro día, en las páginas de este periódico, daban una entrevista con el temible crítico literario alemán Marcel Reich-Ranicki, uno de los popes de la crítica europea junto con Harold Bloom y Ricardo Bellveser, y entre otras cuestiones le preguntaban qué lectura aconsejaría a alguien a quien sólo le quedara tiempo para leer un único libro. Más corto que perezoso, el gran especialista recomienda Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, o Guerra y paz, de Tolstoi, no se sabe si en serio o en broma. Si en serio, porque esas obras, editadas por lo común en un par de volúmenes, bien pueden requerir de unos cuantos meses para ser leídas con provecho. Si en broma, quizás el gran hombre pensaba que una enfermedad terminal aplazaría por contagio su curso inexorable ante la excelsitud de semejante literatura. Podría haber recomendado el cuento más corto de Augusto Monterroso. Y suerte que, dinosaurio hasta el final, se abstuviera de recomendar su propia autobiografía.

Una polémica

De entrada, se diría que la pequeña polémica suscitada por Martí Domínguez desde el cuadernillo de Cultura de este periódico sobre la atención que narradores y poetas dedican a la naturaleza es pelín artificial, sobre todo si se atiende al hecho de que Azorín no hizo prácticamente otra cosa y que Gabriel Miró también dijo la suya. No es cosa alicantina, sin embargo, y ahí están para siempre las recias páginas de Blasco Ibáñez con su rústica colección de cañas y de barros para atestiguarlo. Pero no es cosa de broma. La naturaleza es un cierto estado del espíritu, sobre todo entre plásticos de alcurnia. Los escritores se dedican a otra cosa. Si narradores, a sus personajes. Si poetas, a la demanda de universalidad para sus sentimientos. El resto es Penyagolosa.

El Lute, todavía

Salió Eleuterio Sánchez, antes El Lute y hoy abogado en ejercicio, en el Cara a Cara de Antonio San José en Canal Plus. Nada del otro mundo, aunque el entrevistado defendió una y otra vez que robó gallinas por necesidad y huyó de la cárcel por convencimiento y dignidad. Sugirió que hoy suceden cosas más graves y de una naturaleza distinta, aunque el hambre aprieta aún en muchos sitios. Recordé como en un mal sueño a algunos tipos de lo que después sería el FRAP, cuando comentaban que otro gallo les cantaría de contar entre sus filas con tipos tan resueltos para la acción. Tan resueltos, los buscabullas de aquella engañifa política, que buena parte de ellos ha pasado sin crisis severas de afanar gallinas ideológicas a meter mano sin decoro en los presupuestos públicos.

Intelectuales políticos

Sucede que aquí hasta la extrema derecha tipo García Sentandreu se disfraza de nacionalista a fin de denunciar implacablemente los numerosos peligros del nacionalismo catalán. En realidad, sólo los dos grandes partidos se acogen a un nacionalismo de circunstancias, mientras que los nacionalistas auténticos chocan una y otra vez con la barrera del famoso 5%, ya que el electorado no parece dispuesto a elevar el fatídico porcentaje. En Cataluña todo es diferente. El nauseabundo nacionalismo catalán se ve abocado a la ruina inminente por la valerosa iniciativa de un prestigioso grupo de artistas e intelectuales que se dispone, al parecer, a fundar un partido político antinacionalista contra Pasqual Maragall. No es una broma, cuando hasta Fraga Iribarne habla en gallego sin saberlo. Qué hacen en esa plataforma personas tan solventes como Albert Boadella, Arcadi Espada o Félix de Azúa, es un misterio. Habrá que admitir que la catequesis de Jiménez Losantos ha surtido, por fin, su efecto.

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