Los extremos se tocan
Jason Lutes, autor del cómic histórico 'Berlín', y el guionista de superhéroes Ed Brubaker colaboran en el 'thriller' 'The fall'
Aparentemente, Jason Lutes (New Jersey, 1967) y Ed Brubaker (Maryland, 1966) representan dos maneras muy diferentes de entender la historieta. El primero lleva años enfrascado en una obra de largo aliento, Berlín, una novela gráfica situada entre los años 1928 y 1933 en la capital alemana, y reconoce su deuda con el cómic europeo, tanto en el dibujo como en la manera de narrar. El segundo se dedica a escribir guiones para lo más genuinamente americano que existe, los superhéroes. Antes, Batman y Catwoman para DC. Ahora, el Capitán América para Marvel. Pero Brubaker también tiene una gran inclinación al género negro (Sleeper) y aquí es donde ambos han coincidido. Astiberri acaba de publicar íntegro el primer volumen del Berlín de Lutes, subtitulado Ciudad de piedras, en una bella edición de tapa dura. Planeta DeAgostini ha sacado The fall, escrita por Brubaker y dibujada por Lutes, una historia de misterio ambientada en uno de esos suburbios que tanto alimentaron la narrativa estadounidense del siglo pasado. Los dos autores han pasado estos días por el Salón del Cómic de Barcelona.
"La industria del cómic en Estados Unidos está basada en los superhéroes en el 95%, así que cuando miramos hacia el cómic europeo, mucho más variado y con ediciones más bellas y cuidadas, nos decimos: '¡Esto es lo que queremos!", afirma Brubaker. Pero añade, acerca de su actividad principal como autor: "Tengo mucha libertad de acción, más de la que la gente piensa. Sólo hay que tener claro qué es un cómic de la Marvel y saber que no se puede matar al personaje. El truco para no agobiarse es apropiarse de los personajes heredados. Yo intento humanizarlos un poco".
Brubaker escribió The fall -un título que en inglés significa tanto otoño como caída- a petición de Lutes, que quería dibujar "una historia con persecución". "Mi trabajo no está basado precisamente en la acción y quería cambiar", explica Lutes. Página a página, los dos autores cuentan la peripecia de un empleado de gasolinera que, sin quererlo, casualidad tras casualidad, resuelve un asesinato cometido nueve años atrás. "Ed sabe narrar de una manera directa, clara y sostenida a la vez. Controla el suspense", continúa Lutes.
La forma de narrar de Lutes, opina Brubaker, es otra cosa: "Jason es un dibujante de puzzles. Berlín es un rompecabezas. Su aproximación al paisaje y a los personajes es orgánica".
La primera parte de Berlín, una de las novedades para adultos más destacadas del Salón del Cómic, arranca en septiembre de 1928 y acaba en la violenta manifestación del 1 de mayo de 1929. Es una obra coral protagonizada por diversos personajes, gente corriente que hace su vida, se une y se separa de manera irreparable en una ciudad inmersa en un clima de odio cada vez más irrespirable: "El choque entre nacionalsocialistas y comunistas refleja lo fácil que es, para la mayoría de la gente, asumir una visión única y excluyente de la realidad. Refleja la necesidad de tener un líder fuerte, sentirte en el bando correcto y tener un enemigo contra el que luchar. Creer que tu visión del mundo es la única y verdadera", explica Lutes. Le interesó el hervidero del Berlín de entreguerras en su calidad de banco de pruebas. "El contexto en que arranca Berlín es el colapso de una monarquía y, por tanto, de todo un sistema político. Hay un vacío sobre el que se intenta asentar una democracia, un proceso lleno de riesgos y caótico", continúa el autor. "El caos genera miedo", y eso es lo que se percibe en esta novela gráfica: "También hoy se utiliza el miedo como instrumento de control", añade, crítico con la política de su país, Estados Unidos.
A pesar de su deuda con el cómic europeo, una imagen emparenta la obra de Jason Lutes con la cultura del superhéroe en que trabaja su colega Brubaker. Lo hace de manera tangencial: la habitación de uno de los protagonistas, un chico judío, está decorada con un cartel de Houdini. La presencia de un escapista, transformado en superhéroe por un escritor de la misma generación de Lutes, Michael Chabon (Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay / El escapista), se puede interpretar como una metáfora de lo que está por venir.
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